¡Salud a la gran Revolución Bolivariana!

Julio Fernández Baraibar

Contra la estupidez oligárquica, contra la colonización pedagógica que se complace en la autodenigración, en nuestra metafísica incapacidad de convertirnos en historia humana, la revolución bolivariana ha puesto en órbita un satélite que no podía llevar otro nombre que el del más grande americano de todos los tiempos, el Libertador Simón Bolívar.

He escuchado un torrente de estupideces acerca de la inutilidad, la fanfarronería, las ínfulas faraónicas o la zafia actitud de poner un satélite cuando hay basura en las aceras, faltas de insumos en los hospitales o déficit de infraestructura en el sistema escolar.

Pero sobre todo he podido apreciar una sonrisa socarrona que intenta burlarse de la admiración del pueblo llano, de su rústico nacionalismo, de su simplón orgullo.

Y este orgullo, esta admiración y este nacionalismo que hoy hacen celebrar la puesta en órbita del satélite venezolano, son legítimos y bien fundados, aún cuando la mayoría de quienes manifiestan su entusiasmo no reciban de inmediato los beneficios del artilugio técnico.

Pero, de una manera u otra, son concientes - como no lo es la infame prensa opositora, los lenguaraces televisivos y los imbéciles radiofónicos - de que el Simón Bolívar en el espacio abre un nuevo período al desarrollo de la actividad espacial latinoamericana.

Saben que con Brasil y Argentina, Venezuela se incorpora - y rápidamente lo hará con tecnología local - a un área decisiva en la soberanía continental: la de las comunicaciones.

El presidente Hugo Chávez ha reiterado en varias oportunidades el generoso espíritu suramericano que, como no podía ser de otra manera, tiene el satélite Simón Bolívar.

Ahí esta cabalgando las praderas celestiales, volviendo a unir a nuestros pueblos, vinculando nuestras regiones, reencontrándose con la Cruz del Sur, asumiendo nuestro ineluctable destino continental.

¡Salud, venezolanos! El satélite Simón Bolívar es un verdadero orgullo de la Revolución Bolivariana y, por ende, de todos ustedes.

Caracas, 29 de octubre de 2008

EL MANEJO DE NUESTRO PRINCIPAL AHORRO VUELVE A LA NACIÓN


Por Julio Fernández Baraibar

El proyecto de reestatizar el sistema previsional argentino que acaba de enviar la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su aprobación por parte del Congreso pondrá fin a una de las más inicuas apropiaciones del ahorro argentino por parte del capital financiero internacional y devolverá a los argentinos el manejo del mismo.
El sistema de las AFJP fue impuesto en el medio del saqueo al que fue sometido el país por Menem, Cavallo y el neoliberalismo financiero.
Además de la pérdida de nuestras grandes empresas estatales, el transporte aéreo, las comunicaciones, el petróleo, el hierro, el carbón, la minería y hasta el correo, el sometimiento del país a los dictados imperialistas impuso la apropiación por parte de las finanzas internacionales del sistema provisional.
Millones de argentinos fueron forzosamente afiliados a las AFJPs que prometían, como lo hace todo estafador, una prodigiosa multiplicación de los aportes obligatorios.
Muchas voces se levantaron entonces contra el sistema, cuyo simple análisis matemático evidenciaba como un timo mondo y lirondo. Entre ellas, la del entonces diputado Moisés Fontela, que en un librito de unas cien páginas demostró la burla que se estaba montando, el saqueo a que se sometía al país y la imposibilidad del sistema a mediano plazo.
La propuesta de Cristina ha puesto fin a esa iniquidad y nuestro Estado vuelve a recuperar este fundamental instrumento financiero. Aprovechando la situación de desmadre del sistema financiero internacional, cuya génesis está en su misma mecánica - la producción de más dinero por medio del dinero, sin necesidad de la trabajosa intermediación de la mercancía -, el gobierno continúa recuperando para la voluntad nacional los comandos económicos estratégicos.
Después que el fanatismo liberal de los republicanos se transformara en nacionalización de los bancos, después que Sarkozy declarara muerto el sistema financiero mundial que regía hasta hace quince días, ¿cuáles serán los argumentos de la oposición?, ¿qué principios sacrosantos de libertad individual habrá pisoteado esta vez el gobierno?
Ya están alegando que se usa con fines recaudatorios. ¿Y con eso qué?
En momentos en que un vendaval financiero y económico da vueltas patas para arriba todo el mundo capitalista, es obligación, y no sólo derecho, de un gobierno tener bajo sus manos la mayor cantidad de herramientas que garanticen el menor costo posible para sus ciudadanos.
Se van a respetar los derechos de los aportes ya efectuados y se respetará a quienes quieran poner en la timba de las finanzas privadas la parte de su ahorro extra. Pero los fondos acumulados hasta hoy no van a zozobrar como producto del gran casino financiero. Ni enriquecidos, venales y pésimos administradores podrán cobrar sus siderales sueldos, mientras se evapora el ahorro de más de diez años.
Ya han aparecido en la prensa canalla los pájaros de rapiña convocando a un torrente de juicios contra el estado.
Ya han aparecido los émulos de la gata de doña Flora que se quejan por las formas o el momento.
La señora Carrió pone sus ojos en blanco y profetiza nuevos fines del mundo, tal como lo hace con frecuencia.
La desvaída oposición sólo intenta desprestigiar al gobierno, mientras de su seno no ha salido una sola idea o proyecto para enfrentar la crisis mundial, que los tomó por sorpresa, sin excepción.
El gobierno de Cristina, en medio de la tormenta, ha retomado la iniciativa política.
El siguiente paso debe ser la derogación de la actual ley de entidades financieras y la sanción de un nuevo instrumento legal que devuelva al país su capacidad y control
Caracas, 21 de octubre de 2008

LEUCEMIA MONETARIA


La enfermedad que está matando a la usurocracia


Por Walter A. Moore


La leucemia o cáncer hematológico, es una enfermedad maligna provocada por un aumento incontrolado de glóbulos blancos (leucocitos) que provoca anemias y hemorragias, es decir un comportamiento anómalo de la sangre que lleva a la muerte.

Ahora bien, el dinero es la sangre del organismo social en las sociedades civilizadas.

Podemos asimilar los glóbulos rojos, que son los que llevan el oxígeno a las diferentes partes del organismo biológico, con el dinero que lleva la energía a los diferentes sistemas de la sociedad.

La creación artificial de dinero, tal como la usura (intereses) y los derivados financieros (bonos, acciones, títulos, etc.) puede asimilarse a los glóbulos blancos, que en el organismo sano tienen una presencia muy limitada: por cada 250 glóbulos rojos normalmente existe un solo glóbulo blanco.

Los leucocitos son importantes cuando es necesario repeler un ataque al organismo, una infección por ejemplo, y lo mismo sucede con los créditos en el funcionamiento económico: son necesarios cuando algo no funciona bien.

El endeudamiento funciona como una infección en la fisiología de la creación de riqueza. Porque si bien el dinero es la representación de la riqueza, la deuda es una simulación de la posesión de la riqueza, un antibiótico necesario para lidiar con la falta de defensas naturales, representadas, en el caso de la economía, por el ahorro o la capacidad adecuada de emisión del dinero necesario para mantener el proceso vivo de creación de riqueza.

La enfermedad económica actual se debe a la extraordinaria emisión de deuda por parte de los organismos del Imperio Global.

Deudas destinadas a saquear a todos los pueblos del mundo, inclusive a los de las naciones donde el Imperio se ha instalado ahora. El dinero no es otra cosa que un pagaré del Estado que se entrega a los que producen la riqueza para facilitar la circulación de la misma (antes los billetes de banco confesaban esto diciendo en cada papel: "El Banco Central pagará al portador …").

Los mayores emisores de esta deuda espuria son los bancos, y otros centros generadores de usura, que quieren cobrar interés por esta emisión encubierta de dinero, pues los bancos centrales no cobran intereses por emitir dinero estatal.

Pero los instrumentos financieros no son dinero, sino una gigantesca emisión de las más inextricables formas de deuda, generando una falsa deuda que deja el control político de nuestra sociedad en manos del sistema financiero (la Usurocracia Dominante como la denominó el senador italiano Giacinto Auriti).

Así han logrado sustituir el dinero por bonos, títulos y derivados financieros de todo tipo, que sólo simulan representar riqueza pero, como bien define el inventor de la gerencia moderna, Peter Drucker (1), al referirse a los llamados derivados financieros: "Que no cumplen ninguna función económica ni financian nada", y por eso no obedecen a ninguna lógica económica o racionalidad de ningún tipo.

"Estos flujos financieros que cruzan hoy el planeta en todas direcciones son puramente especulativos, desvinculados de la economía real, y por supuesto del bienestar de la población" (2).

Es así como también los Estados capitalistas han sustituido la emisión de dinero por la emisión de bonos, (o sea dinero que genera intereses para los bancos privados que los compran y que paga todo el Pueblo).

Estos bonos son adquiridos por los especuladores atraídos por la carnada de los intereses, lo mismo que los que compran acciones esperando hacerse ricos sin crear nada.

Así les va.

LA SITUACIÓN ACTUAL

Los bancos, amparados en su prestigio (sostenido a fuerza de una propaganda que los presenta como entidades de solidez ilimitada), han emitido toda clase de pagarés con nombres muy sofisticados, destinados a evadir el principio por el cual los únicos emisores de dinero son los Estados, que deben someterse a controles destinados a que la emisión de dinero no sea utilizada por los políticos de acuerdo a sus intereses (previendo el caso de que estos coincidan con los del pueblo que los elige y no con los de ellos, que normalmente son los que los designan previamente a la parodia de la opción democrática).

Estados Unidos es el epicentro de esta política.

Para mantener la máquina militar y el aparato de propaganda en que basa su hegemonía, se ha endeudado hasta la médula, emitiendo pagarés por el 340% de su Producto Bruto Interno (PBI), cantidad que representa la creación de riqueza real de esa nación cada año.

O sea que para pagar los documentos cuyo desmoronamiento vemos ahora reflejados en la caída vertical de los índices bursátiles (Dow Jones y otros) debería destinar la totalidad de la riqueza producida por los norteamericanos durante 3 años y medio, sin gastar ni un centavo para vivir.

Como eso es imposible, sobre todo si siguen gastando como locos en un aparato militar que consume el 45% del presupuesto armamentista de todo el planeta, los que tienen sus pagarés en forma de acciones, van a pedir en pago su "libra de carne", como el famoso avaro de Shakespeare.

Pero como ningún país puede entregar toda su riqueza a otros, estos pagos tendrán un límite; y una vez que todos los bancos quiebren, los acreedores le pedirán que el gobierno de los Estados Unidos y el de los miembros de la Unión Europea que paguen con algo real sus Bonos del Tesoro, porque ya confían en que sus países tendrán futuro, y como estos no vencerán hasta un tiempo previamente definido, los antes codiciosos compradores, venderán a otros usureros más optimistas por lo que quieran pagarles, o sea que los famosos T10 y T30 norteamericanos, pronto se convertirán en antiestéticos papeles de pared, dado que su uso como papel higiénico no es confortable.

El tercer paso, que seguirá al desmoronamiento de las acciones bancarias, y de los bonos del Tesoro, es la insolvencia de las monedas estadounidense y europea, lo cual convertirá la crisis accionaria (ya es tan o más grave que la de 1929) en una crisis monetaria, que arrasará con la sociedad capitalista en su conjunto.

Ese es el momento donde se desatará el "Diluvio Monetario", que previmos en el año 2003 (3).

En la convulsión extraordinaria que se generará entonces, se llevará a cabo la sentencia definida por el Pueblo argentino en los maravillosos 19 y 20 de diciembre de 2001: "Que se vayan todos" .

O sea que salgan de todo lugar de decisión aquellos que hayan sido (y por lo tanto, querrán volver a ser) colaboracionistas con los saqueadores de nuestras naciones.

Para ese acontecimiento fundacional todo el Pueblo se está preparando, creando millares de líderes locales y especializados en los más diferentes campos de actividad, que no asomarán la cabeza hasta ese momento, pues ya sabemos que el Sistema Usurocrático que hoy nos domina no se caracteriza por su piedad, sino por la crueldad bestial que pueden ejercer para mantener su poder (4).

Esa es la lección de prudencia que nos dejaron nuestros 30.000 héroes desaparecidos por el Sistema con el propósito de dejarnos sin futuro.

Pero el Pueblo es una entidad viviente, no un aparato helado como el Poder del Dinero, y ha vuelto a crear su dirigencia, que está allí, esperando el momento en que la Vida renazca luego de la agonía del Capitalismo.

Ese será el momento de iniciar La Epopeya de la Reconstrucción.

Buenos Aires, 11 de octubre de 2008
Notas:
(1) Peter Drucker "The global economy and the Nation-State", 1997, en el volumen 76 nº 5 de Foreign Affairs, pag. 162.
(2) François Chesnaut - A Mundializaçao del Capital (Xamá editora, Sao Paulo) 1996
(3) Ver artículo del autor "Prepararnos para el Diluvio Monetario"
(4) Ver el libro "La doctrina del shock", de la canadiense Naomí Klein.

UNA CRISIS PROVOCADA POR LA MAFIA BANCARIA

“Banckgsters” la llamaba Franklin Delano Roosevelt
Por Enrique Oliva

(6 de Octubre de 2008)

En grabados antiguos aparece Jesús con un látigo echando a los “mercaderes” del templo, que no eran mercaderes sino usureros.
Se los ve junto a pequeños bancos exhibiendo monedas que prestaban a altos intereses.
La palabra banco se atribuye provenir del término griego bank y cuando un prestamista se fundía rompía las patas de su banquito.
De allí viene también la palabra bancarrota, según explican historiadores.
Jesús condenó a la usura como pecado grave, al igual que varias otras religiones.
Hoy los banqueros estafadores provocan vertiginosa crisis acentuando la desconcertante inestabilidad mundial.
La cumbre europea convocada en Paris por Nicolas Sarkozy, anunció que el viejo mundo se arreglará por las suyas sin asumir el descalabro de Wall Street.
En la aceleración del caos, aparece el pasado viernes 3 el segundo banco hipotecario alemán, el Hypo Real Estate, diciendo que fracasó un propuesto salvataje por 35.000 millones de euros y estaba al filo de la quiebra.
Inocultable temido drama hizo que el gobierno interviniera en conformar otro plan de salvataje por 50.000 millones de euros, con aporte mayoritario estatal. Las expectativas se desplazaron con escaso o nulo optimismo a este lunes 6.
La apertura de las bolsas comenzó ennegreciéndose minuto a minuto mostrando el agravamiento de la situación global.
Rumores catastrofistas se suceden. Nada parece atajar la expansión y profundización de la crisis, vaticinándose explosiones de quiebras y corridas por doquier ¿Alemania, la segunda economía mundial, desciende hacia el tercer mundo? ¡Gravísimo!
Una crisis similar que agudizó el desempleo, le permitió a Hitler ganar en minoría las calles y exigir el poder.
Es para preocuparse. ¿O no?
Los usureros en China
Walter Lippmann (1889-1974) el legendario periodista norteamericano especialista en política internacional, visitó China en varias oportunidades, estableciendo una buena relación con Mao Tse Tung cuando luchaba contra Chiang Kai-shek, terminando vencedor e imponiendo la república en 1949.
Una vez en el poder Mao, Lippmann lo visitó deseando recorrer algunas zonas ya conocidas en tiempos de la Guerra Civil.
Se internó en el país y a su regreso a Pekín volvió a ver al líder chino, preguntándole: “Mis viejos recuerdos veían a usted con poca popularidad en el interior y ahora es querido por las mayorías. ¿Cómo logró ese cambio?” “Fue sencillo. Teniendo en cuenta el rechazo de campesinos y obreros a los usureros, siempre impunes, al aproximarnos a poblaciones, huían opresores y mandarines, pero se quedaban los prestamistas. Entonces, bien informados, los deteníamos y eran colgados en sitios públicos. De ese modo, el pueblo fue creyendo en las bondades de la revolución”.
Los bancos en la historia de EEUU Thomas Jefferson, fue en 1776 el brillante redactor de la Declaración de la Independencia, donde habla tan lindo de derechos humanos, aunque no liberó a sus propios esclavos.
Sin embargo, al llegar a la presidencia con el Partido Republicano, acuñó esta frase: “Creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos permanentes”.
Abraham Lincoln, durante la Guerra de Secesión contra el esclavista Sur, por necesidades económicas debió recurrir a los bancos que emitían moneda, prestándola a intereses usurarios. Entonces decidió que el gobierno fuera el emisor. Esta actitud le valió impopular, costándole el ser asesinado. Con el tiempo se lo reconoció como héroe nacional.
Franklin Delano Roosevelt, el presidente que sacó a Estados Unidos de la gran crisis de 1930, aunque se extendió a todo el mundo, señaló sin equívocos a los culpables, cosa que no ocurre con el gobierno actual en este dramático 2008.
“Solo un optimista ingenuo –afirmó– podría negar la oscura realidad del momento. Ello es así por la incompetencia de quienes gobiernan el intercambio de bienes del mundo. Las prácticas inescrupulosas de los banqueros han trascendido al tribunal de la opinión pública y han sido rechazados en el corazón y en la mente de la gente. Ellos han fallado. Ante la falta de credibilidad, han propuesto sólo más préstamos. Han apelado a varias exhortaciones y a las quejas plañideras. Ellos solo conocen las reglas impuestas por una generación de egoístas. No tienen visión, y cuando no existe visión, el pueblo pierde. Los banqueros se han encaramado a los más altos sitiales del templo de nuestra civilización. Es nuestra tarea de hoy restaurar ese templo. Debe terminar la conducta puesta de manifiesto en el ambiente bancario y el mundo de los negocios que estimula el egoísmo y la inconducta privada. Esta nación clama por acción y por una acción inmediata. Aprovecharíamos la oportunidad de acometer proyectos necesarios para estimular y reorganizar el uso de nuestros recursos nacionales. Pueden también someterse a un plan nacional todas las formas de transportes y comunicaciones, al igual que otras actividades que tengan un definido carácter público. Es necesario instaurar estricta supervisión de todas las actividades bancarias, de crédito e inversión. Debe cesar la práctica de especular con el dinero ajeno y debe haber una adecuada emisión monetaria, pero que al mismo tiempo asegure una moneda sólida…”.
Estos conceptos, no los leyó George Bush.
Roosevelt arremetió contra los banqueros, llamándolos bancgsters; encaró grandes planes de obras públicas para combatir la desocupación, y otorgó créditos a intereses bajos para estimular y hacer competitiva la industria nacional.
Eso fue el New Deal.
Crisis actual centrada en los “banckgsters”
Hoy las soluciones a la crisis norteamericana se encaminan a sostener y beneficiar, una vez más, un sistema irresponsable y delictivo, cuyas consecuencias buscan ser pagadas por todo el mundo. Gran Bretaña, hasta ahora aliada y cómplice incondicional de EE.UU. se resiste, al menos por el momento, a acompañar a Wall Street en la mayor estafa programada, sin precedentes en la historia universal.
Son patéticos los descarados esfuerzos de Washington para lograr “solidaridad y gratitud” de otros pueblos.
El rescate planeado por Bush ha cosechado una cantidad interminable de gruesos calificativos. “Intento de golpe de estado” y “saqueo” dispuesto por el presidente yanqui según el cineasta documentalista Michael Moore; Lula habla de “bolsas casino especulando con el trabajo de los humildes”; la vieja Europa se resquebraja y rechazan solidarizarse con la “incompetencia y falta de regulación bancaria del gobierno de Bush”; bancos y bolsas tratan de inspirar optimismo desestimando corridas, exhortando al “patriotismo”, etcétera.
Ni hablar de una crisis capaz de durar 15 años.
Opiniones calificadas creen asistir al fin de una época, comparando la caída del actual sistema capitalista con la caída del comunismo.
El Papa Juan Pablo II lo dijo: “cayó el marxismo, pero el capitalismo salvaje no puede ser su justo reemplazante”.
Estados Unidos se encuentra hoy sumergido en peligrosas ciénagas por sus aventuras colonialistas en Medio Oriente y amenazando derrumbarse en un grave Vietnam interno y externo.
Por primera vez en la historia norteamericana, fuerzas armadas de elite, en especial integradas por mercenarios veteranos de Irak, dotadas de armamentos sofisticados, desde el pasado 1º de octubre comenzaron a desplazarse por el país en previsión de disturbios populares.
Por ahora son protestas callejeras con violencia solo verbal, pero evidenciando furor, furor de un pueblo que se ve estafado e indefendido.
La crisis y las elecciones presidenciales yanquis Los grandes especuladores actuales están en Wall Street, desde donde manejan al gobierno norteamericano.
Obama y McCain, los dos principales candidatos a la presidencia, se jugaron a favor de los bancos, sin garantir soluciones al drama de la gente de la calle, los humildes con hipotecas sobre sus viviendas imposibles de pagar.
Luego de teatrales discursos, ambos partidos acordaron sostener la gran estafa de sus mandamases.
Ya lo dijimos en ambas elecciones de Bush (h), con sus “oponentes” Gore y luego Terry, respectivamente.
Las dos veces aseguramos tanto en aquellos momentos como en el actual que, gane quien gane, no cambiará nada.
Los mismos forcejeos verbales ya los vimos en otros temas claves como el envío de más tropas a Iraq y Afganistán, más los varios aumentos de gastos para armas a utilizar en aventuras colonialistas, donde terminaron siempre ganando los “bancgsters”.
Argentina ante la crisis ¡Imperativo! No podemos confiar en los bancos en el país, casi todos extranjeros, restando pocos y pequeños en manos de capitales nacionales.
Los bancgsters de la gran usura preparan llantos y salvatajes.
Nosotros preparemos el látigo.

La serpiente y la Cruz


José Luis Muñoz Azpiri (h)

“En la conquista de América se entreveran
encomienda y utopía, hecho y derecho, guerra y misión,
agresión y voluntad de una nueva Ciudad de Dios”
Ramón Xirau

La dialéctica del prójimo y el extraño

Una de las características esenciales que ha regido el devenir de la historia de la humanidad es la idea que los pueblos se hacen de sí mismos y de sus vecinos. Esta regla universal, que llamamos etnocentrismo, existe desde que el fuego y los rudimentos de la civilización anunciaron la aparición del hombre.
No tiene latitudes geográficas, ni longitudes temporales, su universo abarca desde nuestra Tierra del Fuego, cuando hace miles de años los Onas se llamaron a sí mismos Selk nam (nosotros, los hombres) hasta los tiempos actuales. Así como fueron bárbaros quienes no dominaron el vocabulario helénico y vivieron ajenos a la actividad de la Polis, “sudacas”, “pieds noirs” o “marielitos” serán los apelativos actuales de quienes desembarquen en las orillas del desarrollo.
En cierta forma, toda sociedad tiende a considerar sus pautas culturales como unívocas y excluyentes, sea como tendencia endógena de supervivencia o como fundamentación teórica para legitimar su dominio sobre la otra.
Este aislamiento en sí mismo, que se traduce en hostilidad tribal ante la vecindad del grupo ajeno, este mutuo extrañamiento y relación de conflicto entre el prójimo y el “otro”, no parece resuelto en los Balcanes, en Medio Oriente o en la Unión Europea. Tampoco en nuestra América, donde apenas transcurrido menos de una década desde el Vº Centenario, se persiste en viejas polémicas, nuevas expediciones a la Leyenda Negra o la reminiscencia nostálgica de las glorias coloniales cantadas por Kipling.
Resulta paradójico y desalentador que el drama histórico que originó la primera y profunda reflexión de la humanidad sobre sí misma, sea nuevamente a medio milenio de su eclosión, objeto de bizantinos discurrimientos sobre su legitimidad (como si todos los acontecimientos históricos lo tuvieran) o de maniquea arena de enfrentamiento entre “civilización original” o “cultura trasplantada”.
No se reflexiona sobre el verdadero significado del acontecimiento. Se lo fractura, se lo parcializa, se habla del “encubrimiento de América” y se lo despoja de su verdadero simbolismo. De ambas orillas del Océano de los Descubrimientos es proclamado como la epopeya de Europa o el Apocalipsis indígena, pero por curioso mecanismo de autonegación se evita mencionar el ciclópeo parto de una nueva identidad.
Pues el extrañamiento, la “otredad”, persiste en muchos sectores empeñados en creer en la pureza de las culturas – como si tal cosa existiese – y no admitir que la cultura post-colombina es esencialmente sincrética, como mestiza fue la España de las proas de Colón.
Si en la actualidad se le preguntara a un parisino cuál es la verdadera Francia, si la de los Capeto o la de la Revolución, o a un británico si la Inglaterra sajona es mas genuina que la normanda, consideraría el interrogatorio un absurdo, dado que ab initio concibe su nación como un continuum.
Pues bien, sea desde una perspectiva indigenista, empecinada en lo que condena, la amputación de la historia; o de anacrónicos esquemas europeístas de darwinismo social, que encuentran en el mestizaje americano, nuestra supuesta inferioridad como naciones, nuestro continente se presenta disociado, ahistórico, compartimentado en bloques irreconciliables.
Curiosa patología de negación de la realidad, que como toda enfermedad mental conduce a la alineación o la muerte. En este caso, de la originalidad propia.
Sí, somos vástagos de un alumbramiento doloroso, que no merece celebración eurocéntrica ni luctuosa conmemoración americana, pues no todo lo que se perdió es digno de llorarse ni todo lo que se adquirió es digno de festejarse. Es tiempo ya de aceptar que, si pretendemos ser propietarios de la historia y no inquilinos de la misma, nuestra identidad está dada por la interrelación de culturas que sucesivamente arribaron al Nuevo Mundo, desde los primitivos cazadores recolectores de la Era Glacial hasta los inmigrantes y refugiados del presente siglo. Cualquier negación de alguna en nombre de determinada postura ideológica, no sería otra cosa que mutilar parte de nuestra existencia.


La conquista del infinito
“...capitanes de ensueño y de quimera
rompiendo para siempre el horizonte,
persiguieron el sol en su carrera”
Manuel Machado

Nuestro presente se caracteriza por revelar cotidianamente sucesos que no hace muchos con concebíamos irrealizables. Nuestras dimensiones espacio-temporales han sufrido una transformación de intensidad similar a la que significó la aparición de Copérnico en el conocimiento astronómico antiguo. La planetarización informativa nos advierte al instante de la reestructuración geográfica de los países del Este, del África o de los Balcanes y armados de paciencia intentamos pronunciar los apellidos de los nuevos mandatarios. Con la misma serenidad nos enteramos de envío de la cápsula Voyager con mensajes a posibles inteligencias extraterrestres o de la exploración abisal de una fosa oceánica. Ya no existe metro cuadrado de la superficie que no haya sido minuciosamente relevado.
Pero el universo geográfico de la Europa del siglo XV se ceñía a unas pocas naciones, los confines de un desierto o una cordillera, el conjunto mítico de los viajeros venecianos en Oriente y de los navegantes lusitanos en las costas del África. Las costas atlánticas del Mar Tenebroso eran el “non plus ultra” y mirar allende sus aguas, traspasar los límites del sueño.
En este aspecto, el mundo antiguo se distinguía por un ambiente poético que el nuestro ha perdido. Los vacíos de la cartografía se llenaban con el bestiario medieval, los apetitos de los comerciantes se avivaban con las memorias de Marco Polo y los corazones de los campesinos, tristes sombras encadenadas a la servidumbre de la tierra, encontraban momentos de sublime libertad en el canto de los juglares.
Ateridos, tras la dura jornada, el calor mágico de unos leños ardiendo los congregaba como en tiempos primordiales. Repentinamente, una caminante que a la vera del camino había solicitado compartir su vino y su pan, comenzaba a narrar su travesía por tierras extrañas. Hablaba de hombres que sólo se cubrían de seda, de palacios resplandecientes, de muchedumbres de guerreros enjaezados en corazas brillantes que hería el Sol, de miles de gargantas que, al aclamar a su conductor de gentes y caballos, hacían temblar las montañas más altas de la tierra.
El joven campesino, extremeño, genovés, provenzal o sajón, soñaba al calor del fuego y al arrullo de las palabras del viajero. Soñaba abandonar el tedio de la vida aldeana, la esclavitud del arado, la inercia cíclica de una vida mil veces repetida por sus ancestros. En las palabras del trovador encontraba sentido a su existencia, podía dejar de ser el triste palurdo y transformarse en el Caballero Lancelote, los callos de las manos heridas por el ejercicio de la azada se redimirían en las manos robustas de los monjes guerreros y la penitencia de sus impulsos viriles encontraría liberación entre mujeres perfumadas de sándalo, que darían dulce reposo a su fatiga.
Fue casi el despoblamiento de Europa. La flor y nata de su simiente emigró a los puertos, verdaderas usinas de fantasía. Nuevas tierras, nuevos sueños, nueva vida. El labrador que sólo había conocido unas pocas parcelas de cereal, las admoniciones del párroco y las ordenanzas de su padre y el señor feudal, arribaba a la mugre de las escolleras, al arrabal de Europa, donde aventureros de toda clase, pícaros, charlatanes de siete suelas y soñadores empedernidos, partían a confirmar las profecías del mundo antiguo.
Universo multicolor, calidoscopio de aromas, idiomas y relatos, donde el sonido de pendones y velámenes restallando en el viento se confundía con el griterío de la marinería anunciando a viva voz sus nuevos descubrimientos. Mientras tonelajes de frutos desconocidos se descargaban en los muelles como una cornucopia legendaria, centenares de espíritus anhelantes pugnaban por integrarse a la tripulación de las nuevas expediciones.
Algunos autores han comparado la empresa del Descubrimiento con las actuales aventuras espaciales, pero la diferencia es que hoy sabemos a donde nos dirigimos y con razonables márgenes de seguridad. El destierro ibérico significaba encomendarse a Cristo, esperar el barlovento y transitar meses una eslora no mayor a la de nuestros barquitos de fin de semana.
Fue un éxodo único en la historia, un impulso nietzscheano de jugarlo todo a cara o cruz tras la enceguecedora luminosidad de las maravillas Oriente o la oscuridad sin límites del abismo oceánico. Las tempestades, las riñas y el escorbuto determinaban cuántos de esos infelices verían la tierra firme. Si tenían la mediana fortuna de desembarcar, muchas veces los sueños de oro y gloria culminaban con un dardo en la garganta y la coraza pudriéndose en la selva o brillando en un desierto. Contrariamente a lo que comúnmente se cree, la Conquista no enriqueció a España sino que la arruinó, en ella perdió sus flotas y sus mejores hombres.
¿Qué clase de estímulo impulsaba a estos individuos a tamaños padecimientos?, ¿Tan solo la voracidad, como plantea la demonología política de la Leyenda Negra? No, muchos ya poseían suficiente fortuna como para poder armar expediciones a su costa. Otros, como don Pedro de Mendoza, que se había enriquecido en el saqueo de Roma y ostentaba el envidiable rango de gentilhombre de cámara del Emperador, no necesitaba oro o jerarquía social. Los voluminosos registros de los pasajeros oficialmente autorizados a emigrar, demuestran que no sólo ganapanes y convictos emprendían el viaje a lo desconocido.
La rapacidad originó la conquista del Perú por parte del porquerizo de Extremadura, pero también la lealtad a la Corona, la devoción religiosa y el espíritu quijotesco de Sarmiento de Gamboa impulsaron el trágico intento de colonización del Estrecho de Magallanes. Fue algo más. No sólo se perseguía el oro, la pedrería, las especies y las perlas de Cipango y Catay, era también la búsqueda del imposible, del Reino del Preste Juan y las siete Ciudades de Cíbola, la fuente de la eterna juventud y el reino de las Amazonas, la isla de San Brandan y el paraíso perdido. En suma, el gobierno de la ínsula Barataia que Sancho Panza recibió de los labios afiebrados de locura, de amor, de pasión por la justicia y el honor del caballero manchego.
¿Qué es una visión idealizada de la expansión ultramarina? Sin duda, como la del mundo precolombino que se intenta imponer ahora. No sólo por la codicia se mueve el hombre y la historia. Hernán Cortés, por ejemplo, declaró en una carta a su padre que “consideraba mejor ser rico en fama que en propiedades”. Ese deseo de fama, de gloria, de protagonizar novelas de caballería, condujo a la ejecución de increíbles hazañas, y a la exhibición de una valentía que pocas veces tuvo su igual en período alguno. Es imposible entender esta búsqueda del infinito, sin compenetrarnos en el clima espiritual de la España del siglo XV y XVI. Acertadamente comenta Levi-Strauss que 1492 significó para España no solo el descubrimiento de un Nuevo Mundo sino la confirmación de los mitos del mundo antiguo.
Toda esta empresa parece estar revestida por un halo de irrealidad. ¿No tiene acaso la misma épica, la misma ansiedad y el mismo espíritu místico, forjado en los siglos de la Reconquista, las letras de Lope, de don Miguel, de Tirso o Calderón que las hazañas de Cortés, Balboa, Aguirre o Alvarado? Actores y escenario parecen sobrehumanos. Hicieron historia y adoptaron actitudes históricas. Alvar Núñez Cabeza de Vaca, caminador incansable, naufraga en las costas de Norteamérica y atraviesa a pie el continente desde la Florida hasta California. Años después, enviado a Asunción desciende en las costas del Brasil y “para no perder entrenamiento” avanza por tierra hacia el Paraguay y descubre las Cataratas del Iguazú. Lope de Aguirre, .el enajenado,
desgarra el tejido forestal amazónico con sus marañones y se rebela contra el Rey, Sarmiento de Gamboa, el navegante empecinado, la más acabada realización del valor y el infortunio, funda “Rey Felipe” y “Nombre de Jesús” y despliega sus pendones en el extremo del mundo.
Fantasmas errantes, desvirgaron la geografía del orbe con la ropa hecha andrajos. En su travesía por tierras desconocidas, tan sólo el crucifijo que pendía de sus cuellos y el acero toledano que empuñaban en su diestra, denunciaba su origen extranjero. Ejemplo único en la historia, atletas de la cartografía, usaron las selvas, los mares y los desiertos como campo deportivo. Hombres extraordinarios del extraordinario siglo XVI.

La muerte del Sol

“...en los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
Enrojecidos están los muros.
Gusanos pululan por calles y plazas
Y las paredes están salpicadas de sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
Y cuando las bebimos
Es como si bebiéramos agua de salitre”
(Anónimo. “Anales de Tlatelolco”. 1528)

La aparición de América en la cosmovisión europea, coincide con la constitución del primer estado de la modernidad: España. Conjuntamente a la unificación de la península se publica la gramática castellana de Antonio de Nebrija, la primera escrita acerca de un idioma europeo moderno, que, a los efectos ultramarinos, tuvo una eficacia mayor que los aceros y arcabuces.
Paralelamente a este proceso de sistematización jurídica, institucional y religioso, comienza a surgir en las naciones ibéricas las primeras manifestaciones del Humanismo. La fe en el hombre y en los nuevos tiempos, expresada en las actitudes de sus protagonistas. La aventura del conocimiento en Enrique el Navegante, insomne en su castillo de Sagres, a la espera de noticias de ultramar para poder cubrir el vacío de sus portulanos. La intransigencia por la justicia de la Reina Isabel la Católica quién, al percatarse de los esclavos indígenas traídos por Colón, replica con aira indignación: ¿Quién se cree el Almirante para aherrojar a mis vasallos? Y ordena su inmediata liberación. El amor cristiano por los gentiles expresado en el oratorio de los hermanos jesuitas: “Pro América, pro indis et nigris, pro juventute”.
Pero conjuntamente con estas manifestaciones del Antropocentrismo sobrevive la Edad Media, con la cual nunca hubo una ruptura total. Y sobrevive en las letras: la balada nacional de España - el romance – se trasladó a América y perdura en nuestros días en algunos lugares alejados de la campaña rural, tal como lo demostró en nuestro país el catamarqueño Alfonso Carrizo.
Esta transición entre dos épocas arriba a América en toda su complejidad y asimetría. La conquista es una empresa de la Corona, y a la vez, privada, Las Capitulaciones se firman en nombre de la Fe, pero se determina cuidadosamente el reparto de las ganancias. Se combate en nombre del Rey, pero aún perdura aquello de: “Nos, que somos tanto como vos y que juntos somos más que vos”. Se elaboran las Leyes de Indias para resguardo de los naturales en plano jurídico y se establece la realidad brutal de la encomienda en el económico. El conquistador anónimo se debate entre el impulso sagrado del Medioevo y el lucro profano del Renacimiento.
Es tan difícil determinar cuál es el momento histórico de la Iberia de ese momento, como ubicar la obra de Dante Alighieri ¿Es la aparición del humanismo italiano o las cicatrices del conflicto entre Güelfos y Gibelinos? La periodización de la historia, en sentido estricto ha sido el origen de muchas confusiones, tales como imputar a las naciones ibéricas carecer del Renacimiento sin percatarse que la expansión oceánica fue la expresión máxima del mismo. Dice Hernández Arregui: “La metódica campaña de desprestigio cumplida por Inglaterra y Francia durante los siglos XVIII y XIX ha entintado la obra de España en América. España, con la conquista, realizó la más colosal empresa capitalista del Renacimiento, sin estar en condiciones de llevarla a término” y agrega Francisco Romero: “...se inaugura en ella una nueva filosofía, una nueva visión del cosmos, una nueva ciencia de la naturaleza”.
Esta es la Europa que en un principio llega, pero... ¿Cuál es la América que encuentra? Un universo de complejidad y desarrollo similar, en algunos casos, al europeo y en otros, en ciertos aspectos, superior. Pero en sus más altas expresiones poseído por el rigor mortis que le imponía su fatídica cosmovisión religiosa. Un poeta mexicano dijo: “No los derrotó España. Los abandonaron sus dioses y se suicidaron colectivamente.”.
En un primer momento la visión de América fue la del archipiélago edénico de las Antillas y las costas del Caribe, que desde Colón en adelante no ha dejado de compararse con el paraíso terrenal. La vitalidad de la vida selvática, la perfecta armonía con la naturaleza, ofrecía la visión de un territorio virginal, una sociedad impoluta, despojada de los vicios de la vieja Europa.
La conmoción que produjo las noticias de la tierra firme en la inteligencia europea duró siglos. Fueron el abono para todo tipo de utopías, desde los intentos de llevar a cabo las ideas de Erasmo de Rótterdam y Tomás Moro, hasta el buen salvaje de Rosseau y las teorías del socialismo utópico. Pero en el Nuevo Mundo, el deslumbramiento duró poco. Los primeros encuentros de sangre con los Caribes y los Mayas del Yucatán borraron de cuajo el cuadro idílico. Entre los rudos marinos resurgió el espíritu de lucha contra el infiel, y dada la condición salvaje que le atribuían, encadenarlos y utilizarlos como bestias de carga no les pareció objetable en su cristiana conciencia. Solo la Iglesia, y tras arduas polémicas, alzó su voz contra el esclavismo.
Lamentablemente, y pese al posterior conocimiento de otros pueblos, perduró la primera impresión del hombre americano por aquello de “visto un indio, visto todos”. Daba lo mismo un nómade amazónico que un agricultor andino.
El segundo contacto fue con las altas culturas de Mesoamérica y el macizo Andino, que algunos llaman encuentro y otros, no exentos de razón, como el escritor guatemalteco Luis Cardoza y Aragón, describen como encontronazo.
El postrer momento, el verdaderamente genocida, no fue obra de España sino de la América independiente. La expansión norteamericana hacia las llanuras del Oeste, la argentino-chilena en el sur patagónico y las incursiones de los bandeirantes en el Amazonas. Ya no era necesario el arcabuz o las enfermedades, el despoblamiento fue consecuencia del Winchester legitimado por el evolucionismo spenceriano. Las Leyes Nuevas de 1542 fueron reemplazadas por la teoría de la supervivencia del más apto. Ni siquiera era necesaria la hipocresía del Requerimiento, ahora el exterminio tenía “sustento científico”.
Son ilustrativas las palabras de Miguel Cané, pronunciadas el 29 de agosto de 1899, en ocasión de debatirse la concesión de tierras para una misión salesiana en la Tierra del Fuego: “Yo no tengo, señor Presidente, gran confianza en el porvenir de la raza fueguina. Creo que la dura ley que condena los organismos inferiores ha de cumplirse allí, como se cumple y se está cumpliendo en todo la superficie del globo...”
Pero el hecho verdaderamente crítico, el de mayor intensidad dramática y sentido sustancial en la historia es, sin duda, el evocado en el quinto centenario. Tanto por la magnitud de las culturas que entraron en conflicto, como por el interrogante mutuo que se plantearon los antagonistas sobre la naturaleza del “otro”. Los teólogos se preguntaban si los indios eran hombres y los indios ahogaban a los españoles para comprobar si sus cadáveres se descomponían. No fue el encuentro de dos mundos, fue el descubrimiento de la propia humanidad.
1492 supuso el colapso del universo indígena, al que ya estaba destinado por el universo fatalista de sus creencias. Los símbolos y profecías, unidos a la rígida estructura teocrática, los predisponían a la para la derrota. La concepción cíclica del tiempo en Mesoamérica, que exigía incesantes volúmenes de sangre para mantener el movimiento estelar llegó a si cumbre, en 1450, con la instauración de las guerras floridas. Aliados con lo señoríos de Texcoco y Tlacopan, los tenochcas-mexicas libraron combates periódicos con sus vecinos poblano-tlaxcaltecas. El objetivo era la captura de víctimas para el sacrificio. Se calcula que en la sola ampliación del Templo Mayor de Tenochtitlan se sacrificaron entre 20.000 y 40.000 prisioneros como ofrenda a Huitzilopochtli. Solo así se comprende el amplio marco de alianzas que llegó a concertar Hernán Cortés.
Así como se le ha imputado a las naciones ibéricas la instrumentación del evangelio para justificar el saqueo y la expoliación, podríamos alegar que la conservación del Sol sirvió de coartada ideológica a los gobernantes mexicas para poner en marcha una política de expansión. En efecto, la guerra resultaba imprescindible, pero por razones económicas. Las naciones derrotadas debían entregar cuantiosos tributos, como podemos observar en el Códice Mendoza, para satisfacer las necesidades del tlatoani y del palacio. Dice Laurett Sejourné “... los aztecas no actuaban más que con un fin político. Tomar en serio sus explicaciones religiosas de la guerra es caer en la trampa de una grosera propaganda de Estado”.
Es obvio que los antiguos americanos distaban mucho de ser los mansos corderos de Las Casas o las víctimas inocentes de las lacrimógenas canciones de algunos cantantes de actualidad. No obstante, condenar las culturas precolombinas por sus sacrificios es tan absurdo como negar a Grecia por sus esclavos, a Roma por sus juegos de circo o a España por su intolerancia religiosa. Ni el oro surge amonedado de las entrañas de la tierra, ni el fuego nace solo de la madera fina. Somos hijos del barro y, como tales, nuestra grandeza consiste en transformarlo en cerámica.
Asimismo, es de destacar que así como la conquista española tuvo sus principales críticos en sus propias filas, algunos sabios nahuas se opusieron a las crueles creencias mexicas. Entre ellos, uno de los más grandes representantes de la poesía antigua, recordado por el propio Rubén Darío Nezahualcoyotl de Texcoco. Lamentablemente, sus críticas teológicas, reservadas al estrecho círculo sacerdotal, influyeron poco en la vida religiosa del pueblo.
Y fue este divorcio de la clase sacerdotal y la nobleza con el resto de la población, lo que determinó que descabezado el vértice de la pirámide el resto de la estructura de derrumbara como un castillo de naipes. El mal llamado “imperio” azteca y el supuesto “socialismo” incaico fueron en realidad la resultante de una monarquía despótica de tipo oriental, que protegía una aristocracia privilegiada y favorecía los intereses de la casta sacerdotal a costa del “macehual” y el “puric”.
Cuauhtémoc, “el águila que cae”, cayó ante el águila del blasón de los Habsburgo. Su destino tuvo la misma impiedad que el de Atahualpa: fue asesinado. La crueldad de la historia no admite derrotados que puedan transformarse en símbolos vivientes. No se lo permitió Roma con Vercingetorix y Viriato, ni Rusia con los Romanov, ni el propio México con Maximiliano de Austria.
Aztecas e Incas tuvieron en la historia la fugacidad de un cometa, pero su brillo aún nos deslumbra. España los sojuzgó como anteriormente ellos lo hicieron con sus predecesores. El vasallaje, la esclavitud, la crueldad y la explotación no eran nuevos en América. Cada cultura superpuso su dominio sobre la otra como la arquitectura sucesiva de la pirámide de Cholula. España fue respecto a todas, como la Iglesia de los Remedios que la corona.
La Serpiente Emplumada cedió su lugar a la Cruz de Occidente.

¿A donde iremos ahora, amigos míos?
El humo se levanta, la niebla se extiende.
Llorad, mis amigos.
Las aguas están rojas.
Llorad, oh, llorad, pues hemos perdido la nación azteca.

El tiempo del Quinto Sol había terminado.

EL JUICIO DEL MONO - Apuntes sobre el fundamentalismo religioso norteamericano


José Luis Muñoz Azpiri (h) *

"Mi buen amigo John, déjame advertirte. Tratas con dementes.Todos los hombres están locos en un sentido u otro".
"Drácula", Bram Stoker,1897.
"Las paredes son el pizarrón del pueblo"
dice el escritor argentino David Viñas.


Durante los supuestos bombardeos quirúrgicos de la "intervención humanitaria" de la OTAN en la ex Yugoslavia, podía leerse en las calles de Belgrado: "Nosotros a los idiotas y los insanos los ponemos en los manicomios, ustedes en la Casa Blanca".
Por entonces, que gobernaba Bill Clinton, lejos estábamos de imaginar lo que sucedería después: la nación más poderosa del planeta, militar y económicamente, la usina de producción tecnológica y generación de premios Nóbeles, gobernada por una administración política signada por la ignorancia y el oscurantismo.
Nadie familiarizado por la historia debería extrañarse que el creciente déficit democrático en Estados Unidos vaya acompañado por la declaración de misiones mesiánicas para llevar la democracia a un mundo que sufre.
En ocasiones, al referirse al fenómeno islámico, ciertos publicistas y analistas de café utilizan términos como integrismo o fundamentalismo, los que son transplantados de un contexto histórico-cultural a otro - por cierta analogía - pero abusando de una excesiva generalización.
Es por ello que, como primera instancia, conviene efectuar algunas delimitaciones conceptuales a los efectos de devolver a cada término su verdadero significado.
Tanto los vocablos integrismo como fundamentalismo corresponden a movimientos de expresión religiosa que se dieron a fines del siglo XIX y comienzos del XX dentro del catolicismo intransigente y entre sectores puritanos del protestantismo, respectivamente y que no tuvieron implicancias políticas en el sentido que reconocemos actualmente.
En efecto, integrismo es un término de origen francés, "intégralisme", que se utilizó en forma peyorativa para designar a una facción del catolicismo de los países latinos de Europa que, a lo largo del siglo XIX, se oponía a todas las tentativas de conciliación entre la Iglesia Católica y la sociedad surgida de la Revolución Francesa, por considerar a la modernidad como antagónica a la tradición que ellos pretendían preservar. Su lema era: no se puede transigir en los principios.
Esto se traducía en un rechazo a la República no sólo por ser partidarios de la monarquía, de la soberanía temporal del Papa y del mantenimiento de los Estados Pontificios, sino además, fundamentalmente, por no admitir bajo ningún aspecto el principio republicano elemental de la libertad de conciencia y de culto, considerado un agravio a la verdad única del dogma católico y a la religión como elemento estructurante de la sociedad.
Contrariamente a integrismo, fundamentalismo fue un nombre asumido por el movimiento protestante conservador, que se originó en los EE.UU. a fines del siglo XIX, como reacción a las interpretaciones liberales y modernistas de esa época.
Su objetivo básico era defender el precepto de inspiración divina de la Biblia - su infalibilidad - y, por lo tanto, la autoridad absoluta de la misma en la vida de todo cristiano. Por ello, veían (y ven) en la difusión de las doctrinas evolucionistas (como el darwinismo) el alto grado de decadencia a que había llegado la sociedad angloamericana: la secularización de los modos de pensar, la descristianización de la cultura y la educación. Como solución proponían el retorno a la palabra de Dios: la Biblia y el Dios de la Biblia son la única esperanza, sostenían.
En su defecto, la sociedad norteamericana estaría destinada a sucumbir.
Ello denota la preocupación por la moral privada y su alejamiento de la esfera política y de los asuntos públicos. Esa concepción estricta del fundamentalismo ha ido, sin embargo, modificándose y hoy se llama fundamentalismo (a veces con una frivolidad periodística que asusta - "solo el periodismo es más frívolo que el filósofo", decía Wittgenstein) a lo que no encaja en nuestro modo occidental de vida.
En cualquier caso, el concepto, al incorporar otros significados ha ido creando una idea del fundamentalismo que converge con las intuiciones comunes mayoritarias (dominantes).
Y, así, por fundamentalismo se entiende, en general, una postura acrítica, dogmática, cuya suprema expresión es aquella en la que un punto único, central, juega de gozne y todo lo demás no hace sino girar a su alrededor.
En este sentido, el candidato actual más acabado para pasar por fundamentalista suele considerarse al Islam.
Porque su monoteísmo es extremo y la dependencia de los muslim, - "siervos" - del Supremo es total; no deja resquicio alguno.
Se ha dicho que el islamismo es la religión de la fe, el judaísmo de la esperanza y el cristianismo de la caridad; y que a los tres les cruza, sin duda, el monoteísmo mentado.
Pero al hablar del islamismo aludimos a una variada gama de corrientes políticas del mundo musulmán que tienen por objeto el restablecimiento del "Estado islámico" en las sociedades en las que actúan.
Este fenómeno no es un hecho aislado y mucho menos reciente. Desde los comienzos del Islam han existido movimientos que se han basado en la necesidad de una renovación religiosa para justificar su conquista del poder o su lucha contra el poder instituido. Pero es a partir del triunfo de la revolución iraní, en enero de 1979, hasta la actualidad, con el inquietante Mahmoud Ahmadinejad, que estas corrientes políticas cobran fuerza y su importancia se extiende prácticamente a todo el mundo musulmán.
El término "fundamentalista" (por supuesto traducción del original fundamentalism) nace en el Congreso Bíblico Americano, realizado en Niagara Falls, en el Estado de New York, en 1895.
Encuentro cuya característica principal se expresa en la claudicación de la inteligencia ante la soberanía del texto sagrado, entendido éste literalmente y excluyendo explícitamente todo tipo de interpretación o hermenéutica, y en la aparición de doce folletos entre 1910 y 1915, donde sesenta y cuatro autores norteamericanos, canadienses y británicos desarrollan los principios del movimiento caracterizados por un acentuado puritanismo, milenarismo obsesivo y absoluta oposición por la cultura moderna, estigmatizada como "humanismo secular".
Lo interesante es que estos folletos, intitulados como "Los fundamentos: un testimonio de la verdad" fueron financiados, principalmente, por Lyman Stewart, fundador de la "Union Oil Company". Él, conjuntamente con otros empresarios petroleros y dueños de granjas, apoyaban generosamente a los fundamentalistas, pues consideraban que su ayuda económica era una "inversión fructuosa contra el evangelio social".
El evangelio social, que constituye el eje del conflicto y tiene como trasfondo una visión optimista de la historia, ve el remedio de la crisis en medidas sociopolíticas y en una vida comunitaria que se rija por los principios de la doctrina de Jesús. (1)
Las convulsiones mundiales surgidas con posterioridad a la Primera Guerra Mundial, la oleada inmigratoria compuesta por un enorme porcentaje de católicos y la aparición de nuevos actores en el horizonte histórico social, como el comunismo, el socialismo y el humanismo secularizante, desataron el pavor y la paranoia que caracteriza a los protestantes norteamericanos.
La fuente inmediata del excepcionalismo norteamericano fue esta tendencia intelectual del siglo XIX - el Evangelio social -, este sostenía que el hombre supera gradualmente el mal a medida que mejora la naturaleza humana, e implicaba que en Estados Unidos, dado el mérito de sus instituciones políticas, la naturaleza humana se estaba perfeccionando a ritmo más rápido que en otras partes.
En consecuencia, los norteamericanos tenían el deber de extender los beneficios de este sistema. Frances FitzGerald, al examinar la influencia de la teología milenarista o premilenarista ("estamos viviendo en los últimos días") en la política norteamericana, señala que la visión milenarista ejercería gran influencia en los años de la guerra fría ("el mal absoluto nos enfrenta; si no prevalecemos aquí - en Vietnam, Nicaragua, etc.- nuestras defensas contra el caos y el mal se desmoronarán por doquier"), mientras que el gnosticismo político del Evangelio Social dominó el período que va de 1916 a la guerra fría.
Desde luego es influyente aún hoy. Aunque era "una posición minoritaria, igual que el premilenarismo entre los protestantes norteamericanos del siglo XIX... la tendencia general de ese pensamiento estaba muy difundida.
Woodrow Wilson fue a la Conferencia de Paz de París con la visión gnóstica de que los Estados Unidos llevarían paz, libertad y justicia al mundo mediante un acto de voluntad.
Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, esta visión alimentaba la oratoria de muchas grandes figuras públicas, de Roosevelt a Wendell Willkie y Henry Luce".
La aparición del fenómeno fundamentalista cortó en dos a los Estados Unidos, acompañando la confrontación del período de entreguerras.
El marco de fondo al desarrollo del movimiento era un norte industrializado y en plena expansión material frente al sur, esencialmente agrícola, con un tipo de organización social en consonancia con esa característica, y una situación económica sumida en una marcada decadencia desde la derrota de la guerra de Secesión.
Y es en el sur, precisamente, en donde se congrega la mayor cantidad de adherentes al fundamentalismo, gente temerosa de Dios, que lee la Biblia, prepara tortas de manzana y agita banderitas en los días patrios.
Y esto es tan así que se le ha asignado una nomenclatura geográfica sumamente simbólica: "Bible Belt" (el cinturón bíblico).
De modo que no es extraño que vean al reto terrorista - totalitario en términos metafísicos: la libertad contra el Mal, discurso que se inició en la década del 40 y perduró, con matices, hasta Ronald Reagan y George W. Bush.
Ya el elocuente James Burnham, ex trotskista y luego progenitor intelectual del neoconservadurismo norteamericano, escribió en el número de invierno de 1944-45 de Partisan Review que el poder soviético: "...tal como la realidad de lo Uno del neoplatonismo... se despliega, al oeste hacia Europa, al sur hacia el Cercano Oriente, al este hacia China, y ya lame las costas del Atlántico y el Golfo Pérsico. Así como el Uno indiferenciado desciende en su avance por las etapas de Mente, Alma y Materia, y luego inicia su fatal Retorno hacia sí mismo, así el poder soviético, manado desde un centro íntegramente totalitario, se extiende mediante la Absorción (los países bálticos, Besarabia, Bakovina, el este de Polonia), la Dominación (Finlandia, los Balcanes, Mongolia, el norte de China y mañana Alemania), la Influencia Orientadora (Italia, Francia, Turquía, Irán, el centro y el sur de China), hasta disiparse allende las fronteras de Eurasia, en la esfera material externa de la Pacificación y la Infiltración momentánea (Inglaterra, Estados Unidos)."
Convengamos que este despropósito tiene más consistencia y estilo literario que cualquier declaración de los actuales funcionarios de Washington.
Respecto a la intransigencia religiosa de los Estados que antiguamente pertenecieron a la derrotada Confederación sudista, es interesante recordar que el premio Nóbel de literatura, Sinclar Lewis, creó, en 1927, un personaje novelístico en su obra "Elmer Gantry".
Arquetipo del predicador fundamentalista, Elmer Gantry, radicado en el sur, debe sus características de embustero, rígido y paradójicamente amoral, a ciertos individuos que Lewis había observado y conocido.
Este personaje no tardó en convertirse en la representación dominante del fundamentalismo, tal como lo veían gran parte de los intelectuales, o, mas estrictamente, el "establishment liberal intelectual".
Recordemos que "liberal", en política, en los Estados Unidos, tiene una significación distinta a la del continente europeo o el resto de América. Expresa un tipo de pensamiento aproximado a lo que se conoce como la socialdemocracia europea. Pregona cierta redistribución económica, progresismo impositivo y la defensa irrestricta de libertades publicas, con las menores interferencias gubernamentales posibles. (2)
La traducción social del fundamentalismo estribaría en una concepción orgánica, cerrada, exclusivista y antimoderna de las relaciones socio políticas.
No en vano al tradicionalismo se le ha llamado también integrismo (aunque en cuestión de nombres todo está abierto a cierta discrecionalidad.
Así, alguno ha incluido dentro del credo político integrista a Wittgenstein. Aunque, no hay que escandalizarse, otro autor no menos serio le ha incluido entre los gnósticos. No faltará quién lo meta pronto entre los futbolistas ya que la idea de juego de lenguaje se le ocurrió viendo un partido de fútbol).
Pero para concluir con este galimatías terminológico, daremos como ejemplo extremo el de Roger Garaudy.
Este converso al islamismo, después de su largo viaje por el marxismo y de agotar todo tipo de diálogo con los católicos, escribió en su libro Los integrismos: Ensayo sobre los fundamentalismos en el mundo: "El fundamentalismo-integrismo consiste en identificar una fe religiosa o política con una forma cultural o institucional que pudo revestir en una época anterior de su historia.. Creer, pues, que se posee una verdad absoluta e imponerla... Ahí se incluye el cientificismo que pretende tener respuesta para todo en nombre de una concepción arcaica y positivista de la ciencia; que cree en la hegemonía eterna de Occidente".
Como vemos, para Garaudy tan fundamentalista-integrista es el islamista extremo como el científico habitual. Los dos se habrían quedado en una rígida, anquilosada y pétrea creencia que, en su ahistoricidad, surge agresiva, contra todo, anti-todo lo que exija moverse.
Pero para desbrozar un poco esta hojarasca terminológica, que ha confundido mas que esclarecido, podemos señalar ciertas constantes ideológicas: el profetismo, cuando, por ejemplo, Bush confiesa escuchar la orden de Dios para atacar a Irak; el mesianismo, algo tan común en los Estados Unidos que ha nutrido gran parte de su producción fílmica, desde la memorable "Heredarás el viento" hasta la desopilante "Dr. Insólito" y en tercer lugar el milenarismo, el advenimiento de la espiritual Jerusalén, de una sociedad perfecta y definitiva, que se sale de la Historia y le pone fin, alcanzando la plenitud de los tiempos y de cuya llegada da cuenta, según el inefable Pat Robertson, las recientes catástrofes naturales... como el huracán "Katrina".
Pese a la separación entre Estado e Iglesia que establecen las leyes, la democracia republicana de los Estados Unidos está convirtiéndose poco a poco en una teocracia, o en algo muy similar a lo mismo.
Basta ver las constantes invocaciones al Todopoderoso en las campañas presidenciales, las cuales no se contradicen con sus desordenadas conductas personales y aberraciones públicas en política exterior (sus guerras no son objetables ante los ojos de Dios, es más, cuentan con su beneplácito).
El Juicio del Mono
En 1925 tuvo lugar en Dayton, Tennessee, en los propios Estados Unidos, el llamado Monkey Trial (El juicio del Mono).
En el mismo se condenó al maestro de escuela John Scopes a una multa de 100 dólares por haber comentado en clase la teoría de Darwin.
Si bien el docente perdió el juicio, fue la oportunidad (recreada en la citada película "Heredarás el viento") para que dos formidables abogados debatieran sobre el creacionismo y la teoría evolutiva: Clarence Darrow y Arthur Garfield Hays.
Darrow perdió el juicio, pero hizo que Dayton y todo el estado de Tennesse se convirtieran en el hazmerreír del mundo entero ante preguntas de puro sentido común: "¿cree usted que el mundo fue creado por Dios sólo 4004 años antes de Cristo y que el diluvio universal se produjo aproximadamente 1650 años después?, ¿cómo cree usted que Caín consiguió esposa, si no había otra mujer que Eva sobre la Tierra?" Y así.
Recuérdese que en 1650 el arzobispo James Ussher, basándose en la Biblia, más precisamente en la edad de los profetas, calculó que la creación del mundo debió tener lugar el 26 de octubre del año 4004 antes del nacimiento de Jesucristo, a las 9 de la mañana.
Sin entrar en tantos detalles, ya en 1599 hacía decir Shakespeare a un personaje de su comedia Como gustéis: "Este pobre mundo tiene unos seis mil años" Sin embargo, para muchos norteamericanos toda mención a la evolución o algo parecido, sigue siendo indigerible.
Si bien en 1966 una profesora de biología de Alabama, Miss Susan Epperson había logrado tras su apelación, que el 12 de noviembre de 1968 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declarara "anticonstitucional" toda ley que se opusiera a la enseñanza de la teoría de Darwin, aún hoy estados como Florida, Mississippi, Missouri, Illinois, Kentucky y Oklahoma omiten la palabra "evolución" de sus programas de estudio y el 2004 el sistema escolar del condado de Cobb, en Georgia, fue por más.
Sus autoridades obligaron a que todos los libros que aludieran a la teoría de la evolución llevasen un aviso que advirtiera que se trata apenas de una entre tantas otras posibles explicaciones sobre el origen de la vida.
Entre las teorías a la que implícitamente alude la advertencia, figura de manera prominente una denominada "diseño inteligente".
El término apareció por primera vez en 1984, en el libro "El misterio del origen de la vida: un reexamen de las teorías actuales", escrito por Charles B. Thaxton, Walter L. Bradley y Roger L. Olsen.
Los autores son tres bioquímicos que se proclaman "cristianos renacidos" y argumentan que la diversidad de las cosas vivas es tan abundante y tan compleja que no puede haber evolucionado como resultado de un proceso azaroso y gradual.
El concepto fue abrazado con entusiasmo por los defensores del creacionismo, doctrina que propone una interpretación literal de la Biblia, como una forma de conferirle un peso "científico" a lo que de otra manera, sería meramente una interpretación teológica.
Aunque estos intentos vienen de larga data. "A la necesidad de pruebas experimentales, algunas sectas dieron respuestas que pretendieron ser científicas, tales como un pequeño juego de las cifras llamado gematría. Manipulando las fechas y las cifras, literales o simbólicas, que abundan en la Biblia (y en la historia de la humanidad), es posible demostrar lo que se quiera. ¿No se ha probado que la Bestia del Apocalipsis (13,18), cuyo número es 666, designa a Nerón, a tal o cual Papa, a Hitler, Stalin y aún a Henry Kissinger". (3)
Sucede que tal como hemos visto en el comentario de Garaudy, la ciencia todavía no lo explica todo, es más genera sorpresas, imponderables y enigmas todavía irresolubles ¿con que prodigioso juego de casualidades consiguió la Naturaleza crear un órgano tan perfecto como el ojo de los vertebrados superiores? Darwin confesaba que no podía pensar en esto sin que le entrara la fiebre.
Pero, contrariamente a sus acérrimos adversarios, era un intelectual carente de fanatismo, prodigiosamente abierto y aventurero, que hacía, solo por ver lo que el llamaba "experimentos idiotas", como tocar la trompeta a unas enredaderas.
Y Wallace, tan abierto como él, fue un pionero de Parapsicología. Es por ello que pese al empecinamiento de los funcionarios escolares de varios estados, que consideran que repetir la teoría de Darwin en exclusividad, año tras año, constituye un fraude para los estudiantes y proponen contraponerla a la teoría del diseño inteligente como una forma de "presentar un cuadro más balanceado", se ha manifestado la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sosteniendo que no es otra cosa que el viejo creacionismo con nuevo envase.
Contrariamente a lo que se supone, salvo sectores integristas, la Iglesia Católica no se opone taxativamente al evolucionismo.
Y aunque parezca mentira, fue un Papa estigmatizado por muchos como excesivamente conservador, Pío XII, quien en la encíclica Humani Generis (1950) expresó: "La Iglesia no prohíbe que la teoría de la evolución, que trata del origen del cuerpo humano como resultado de otra formas vivas preexistentes, sea investigada y discutida por los expertos, en la medida que lo permita el estado actual de las ciencias humanas y de la teología sagrada" El Génesis expone metáforas.
Lo que son días para Dios son millones de años para los hombres. Pese a ello, Juan Pablo II, dijo en 1996 que la evolución era apenas una hipótesis y que sólo debía ser aceptada cuando se encontraran evidencias.
En realidad, este cambio de parecer, responde a hechos concretos: desde comienzos de los años 90 se ha ido formando un frente de evangélicos y católicos que asesoran al presidente (norteamericano).
Uno de ellos, el padre Richard John Neuhaus, pastor luterano hasta 1988 y sacerdote católico desde 1991, es una figura tan cercana a Bush que, según el semanario Times, "nadie lo ayuda tanto a articular sus ideas religiosas". La preocupación central de Neuhaus - quien dirige el semanario ultraconservador First Things (Primeras cosas) - es cómo enderezar una nación de apóstatas, cuya cultura ha sido corrompida durante más de un siglo.
La respuesta es simple: hay que gobernarla moralmente aún a contracorriente de sus propios designios. "La ciencia debe basarse en la fe y no a la inversa: ésa es la bandera de la nueva revolución.
El combate ha empezado antes aún del 11 de septiembre de 2001, mediante los severos recortes del gobierno a los gastos de investigación en terrenos tan sensibles como el calentamiento global, la emisión o derrame de residuos tóxicos y la contraconcepción.
Ahora, en todas las dependencias oficiales que controlan los medicamentos, la salud y el medio ambiente, se respeta una agenda férrea que se opone al aborto - por supuesto - a los programas de prevención del sida, al uso de preservativos, a cualquier educación sexual que no preconice la abstinencia, a la llamada píldora del día siguiente y a la fertilización artificial". (4)
Desde luego que para quienes integran este frente político-religioso el "diseño inteligente" no admite discusión. Sin embargo, no todas las opiniones son simétricas, muchos católicos han criticado este pastiche, entre ellos el reverendo George Coyne, un jesuita que dirige el Observatorio Vaticano, "El diseño inteligente no es ciencia, aunque pretenda serlo. Debe transmitirse dentro de la enseñanza de la religión o de la historia cultural, no en el campo de la ciencia", afirmó.
Convengamos (seamos creyentes o no) que los jesuitas tienen una formación tanto teológica como profana... un poquito mejor que la de los predicadores de Arkansas o algún otro lugar del Medio Oeste norteamericano.
No obstante, para un newborn Christian, un cristiano renacido que recién dejó la botella como Bush, meditar sobre los meandros y enigmas de la existencia a la luz de la ciencia, puede representar el peligro de un derrame cerebral.
"Por medio de Karl Rove, su mano derecha, el presidente está trazando una alianza de hierro con los grupos más conservadores de la Iglesia Católica. Rove se había acercado a Juan Pablo II a través del Opus Dei, de los Legionarios de Cristo y de Comunicación y Liberación. Junto a todos ellos, ha celebrado ahora la consigna según la cual Benedicto XVI prefiere una iglesia con menos feligreses, pero todos ellos incondicionales y absolutamente fieles a la doctrina. Así es también la revolución que Bush predica, tanto en contra del terrorismo como a favor de la moral conservadora: que sean pocos, pero dispuestos a todo". (5)
Pero en algún punto de la confusión de su conciencia nacional, los norteamericanos saben que están atrapados en la pequeña contradicción de amar a Jesús los domingos y codiciar una fortuna el resto de la semana.
Renunciar a la bebida puede haber sido el acto más heroico de la vida de George W. Bush - dijo en algún momento Norman Mailer - pero ahora los Estados Unidos podrían estar pagando el precio.
La religiosidad de George W. se convirtió en un ungüento que cubre toda la locura del alcohólico en recuperación que aún respira en su interior.
Notas:
(1) Sánchez Parodi, Horacio M. "El Fundamentalismo en la política". Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1998.
(2) Ibíd.
(3) Woodrow, Alain "Las nuevas sectas". México. Fondo de Cultura Económica, 1993.
(4) Martínez, Tomás Eloy "La creación según Bush", La Nación, 24/9/05. (5) Ibíd.
* Conferencista, publicista y docente, ha ejercido el periodismo en diversos medios nacionales y del exterior. Ha dictado conferencias y organizado cursos en el Círculo del Plata, la Fundación Adolfo Alsina, el Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas, la Fundación Vida Silvestre y la Escuela de Defensa Nacional, entre otras instituciones. Ha realizado diversos Trabajos de Campo relacionados con su especialidad y campañas arqueológicas en el país y el exterior. Actualmente se desempeña como investigador en el Proyecto de Antropología Rural de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y ayudante del seminario de grado de la materia. Columnista del diario La Nación y la revista “Vida Silvestre”. Corresponsal de la revista “Diorama. Mensile di attualità culturali e metapolitiche” (Firenze-Italia)

LA SILLA VACÍA





Jorge Rachid (*)


Fuente: Rebanadas de Realidad - Buenos Aires, 02/10/08.-




El terremoto que sacude al mundo financiero desnuda los pálidos finales del imperio hegemónico, que dominó, con recetas neoliberales y descansando la ejecución de las mismas en los organismos de créditos tipo FMI, BM y BID, sobre el resto de los países, planteando la des-regulación de la economía junto a la primacía del sector financiero -por sobre el productivo- como la nueva lógica de la modernidad.

Ya en el año 2000 Lester Turow en su libro "La guerra del siglo XXl", relataba que el imperio americano encontraba su máxima debilidad en lo que aparecía como su fortaleza: había perdido sus tecnologías de punta conservando sólo la espacial-militar; se agravaban sus conflictos étnicos, su economía estaba desmadrada ya entonces con déficit fiscal en miles de millones, no tenía control monetario sobre los dólares circulantes pese a ser adoptada como moneda universal de cambio y en definitiva, decía entonces el autor, sólo le queda el ejército más poderoso del mundo como el ejército romano en Bizancio, que 200 años después se enteró de la caída de Roma.

Otra autora - Amy Chua - en su libro "El mundo en llamas", relata desde otro lugar la pérdida del hegemonismo norteamericano al dar cuenta del avance de las minorías chinas dominantes en los países del sudeste asiático y su influencia en los centros financieros más importantes del mundo, en especial en la Reserva Federal de EE.UU., con una deuda que hoy llega a 500 mil millones.

Desde diferentes ópticas, desde distintas miradas, dos economistas de nota desde hace años junto a otros como Joseph Stiglitz, premio Nóbel, o Paul Krugman entre los norteamericanos, advertían sobre la codicia, la concentración de la riqueza, la extorsión financiera al resto de los países, lo que sumado al enorme gasto de la guerra de Irak, llevó al país del norte a una situación de no retorno.

Se podrá decir que medidas paliativas superarán la crisis, pero lo estructural del neoliberalismo está dañado políticamente, está viviendo su último tiempo que puede durar años sin dudas, pero un nuevo escenario se está desarrollando que ocupará su lugar.

Algunos creerán que con cosmética se sale de esta situación. Se equivocan. Los pueblos no quieren soportar más capitalismo salvaje para algunos y socialismo de las pérdidas para las mayorías empobrecidas.

No quieren pagar la fiesta de los otros los que nunca fueron invitados, ni quieren invertir sus ahorros en casas ajenas después de 30 años de cultura individualista, con teorías del derrame que nunca llegaron y un sálvese quien pueda que siempre miraron desde abajo.

Los pueblos no están dispuestos a soportar tanta injusticia social, desde el pueblo norteamericano al boliviano, desde el asiático al europeo.

Este capítulo final deja la silla vacía del "Fin de la historia" de Fukuyama, ahora arrepentido de su libelo ecuménico, que sirvió para demoler a diestra y siniestra economías de todos los países emergentes con una nueva lógica, que implicó la sumisión a las políticas imperiales, entregando a la voracidad financiera el capital acumulado por generaciones de latinoamericanos, de trabajo y esfuerzo con sacrificio, que edificaron la época gloriosa del estado de bienestar.

Nuestro país fue lamentable pionero en ese camino de frivolidad y corrupción, además de traición a la Patria, al entregar soberanía en la decisión.

Así fueron cayendo desde compañías de aviación hasta las fábricas de aviones, desde planes nucleares y tecnología de punta misilística hasta el manejo de los recursos no renovables, desde las empresas monopólicas del Estado hasta las empresas navieras, todo bajo el precepto del Estado ausente que es una cuestión de fondo en cultura neoliberal.

El endeudamiento como forma de control político estratégico, fue la llave del proceso que inundó el mundo, de capitales siempre sospechados de lavado, "inversiones" extranjeras reclamadas por los liberales, "capitales buitres" para nosotros, quienes veíamos en la supuesta solución propuesta, la derrota nacional y la pérdida de identidad. Ese modelo está cayendo en el centro del imperio.

Algunos analistas insisten en querer hacernos partícipes del velorio, que sin duda habrá como latigazos de un derrumbe con consecuencias sociales severas, con desocupación y miserias, pérdidas de proyectos de vida que parecían garantizados en una maqueta de vida ficcional creada por las sucesivas burbujas financieras sin respaldo, seriedad ni compromiso.

Las AFJP aquí, los fondos de inversión allá, los seguros masivos, las aseguradoras de riesgos, los ahorros de los trabajadores, todo apostado a la timba financiera manejada por inescrupulosos personajes del jet set internacional, donde figuran fortunas de miles de millones conseguidas por pases mágicos sin producir un escarbadientes, habitantes de los medios, reporteados como los nuevos ganadores del sistema, a costa de millones de nuevos pobres.

La silla vacía generará nuevos postulantes al sitial del poder, proceso que veremos en los próximos tiempos en un reacomodamiento de alianzas internacionales, pero sin dudas esta situación reafirma la necesidad del fortalecimiento estructural de la UNASUR en todos sus aspectos - no sólo económicos sino políticos - y de apertura a los pueblos como libre tránsito, eliminación de fronteras, libre ejercicio profesional con acreditación sudamericana, pasaporte y moneda comunes, embajadas conjuntas, misiones comerciales comunes, Banco del Sud y Pacto Militar UNASUR, como forma de preparar los futuros nuevos tiempos internacionales desde un situación de fortaleza y de principios que reivindiquen la política como herramienta estratégica de construcción de modelos sociales más justos, países más fuertes, pueblos más felices con economías solidarias con un Estado presente en los derechos sociales y humanos, constitucionalmente establecidos.

(*) Integrante del IBAPE, del CESS y del MNyP.