MALVINAS y MOVIMIENTO OBRERO

Dr. Francisco José Pestanha
Transcripción literal de la conferencia dictada
en el Salón “Felipe Vállese”
de la Confederación General del Trabajo el 30 de marzo de 2010

Profundamente honrado por la convocatoria efectuada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Confederación General del Trabajo, y especialmente agradecido a Julio Piumato y a Cesar Trejo por invitarme a participar en este verdadero acto de resistencia civil por la causa de las Malvinas, antes de comenzar esta breve conferencia, quiero hacer mención a la aquí presencia de los compañeros Porfidio Calderón, Carlos Ponce, y Daniel Brión, integrantes de esa otra resistencia - la peronista - a la que hoy tanto debemos los que estamos ahora reunidos, como así también a los integrantes de la familia de Enrique Oliva a quien homenajearemos posteriormente.

Hace poco tiempo este mismo salón “Felipe Vallese”, fue testigo de un hito crucial en la batalla por las Malvinas. Aquí nomás, el movimiento obrero organizado acompañando a la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas y a un grupo de Veteranos de Guerra, exigió al entonces Ministro de Educación Daniel Filmus, la inclusión de la cuestión Malvinas en la nueva ley de educación a sancionarse. A partir de tal exigencia, dicho contenido fue incorporado efectivamente a la norma referida, por cuanto actualmente, contamos con una herramienta de vital importancia para la causa que enarbolamos.

Pero aquel acontecimiento en el que - bien vale recordar - tuvo especial protagonismo el Profesor Ernesto Adolfo Ríos, no fue un hecho aislado. Muy por el contrario, forma parte de esa verdadera batalla cultural que viene librándose desde el mismo 14 de junio de 1982 contra la desmalvinización, y que tiene sin lugar a dudas al movimiento obrero como su artillero principal de acuerdo a las recomendaciones que Juan Domingo Perón legara en su testamento político.

Debemos recordar en ese sentido que quien fuera tres veces presidente de los argentinos en sus últimos tiempos de su vida, se dedico a dialogar muy selectivamente con aquellos sectores de la vida nacional que él consideraba vitales para obtener la ansiada liberación nacional. Y así, en numerosas oportunidades, entre ellas, en la inauguración de los cursos de formación superior para los dirigentes sindicales, exhortó a los trabajadores a organizarse y a capacitarse, ya que se venían tiempos de lucha por los recursos naturales y estratégicos.

No se equivocaba el viejo general con aquella exhortación, ya que hoy, mas de treinta años después, nos encontramos en esta verdadera asamblea debatiendo sobre la cuestión Malvinas que no es otra cosa que debatir por los modos y en las condiciones en las que debemos proteger nuestros recursos. Lo que hagamos por Malvinas dará cuenta de lo que estemos dispuestos a hacer en el futuro para defender nuestros recursos naturales y estratégicos.

La Argentina tiene una vasta y exitosa experiencia en materia de preservación de recursos naturales, aunque respecto de aquellos que tienen potencialidad estratégica, no puede decirse lo mismo. Los trabajadores de la conservación hemos heredado los conocimientos y la técnica para llevar a cabo tal misión pero esto solo no vasta, ya que la defensa de la integralidad de de recursos es una labor que compete a todos y cada uno de los sectores de la vida nacional incluyendo a las Fuerzas Armadas, cuya hipótesis de conflicto, debe orientarse hacia su defensa abandonado definitivamente la siniestra “ideología” de la seguridad nacional.

Malvinas, como réferi anteriormente, nos habla de un cúmulo de riquezas a las que debemos proteger a rajatabla - pero además - nos habla de otro tipo de recursos: los humanos, es decir, de todos y cada uno de aquellos que allí combatieron, y especialmente, de los que dejaron su sangre en esas islas aún irredentas. Nos habla entonces de familiares, de amigos, de veteranos y de combatientes que aun hoy siguen luchando no solamente por recuperar lo que por derecho nos corresponde sino también contra prácticas y conceptualizaciones nefastas. En ese orden, cabe solo citar el mecanismo de la llamada desmalvinizacion que comenzó a fin de la dictadura y aún persiste, y que ha colocado a veteranos y combatientes en un rol de pasivo de “víctimas”, que en vez de entronizarlos en el panteón de los protagonistas de la historia, los ha conducido por el sendero del olvido y la degradación. La victimización que ha recaído sobre ellos, compañeros, es sinónimo de menoscabo, pero no solo respecto del veterano de guerra sino a la nación misma, ya que nos ha intentado privar de ejemplos útiles y virtuosos para las nuevas generaciones.

Por ello, sostengo que la democracia tiene una gran deuda para con los combatientes, compromiso que consiste en ubicarlos en su verdadera dimensión histórica. A partir del trabajo con la Comisión de Familiares, y los estudios que hemos realizado en la Universidad, hemos constatado que si bien algunos veteranos mantienen, sostienen y reproducen ese rol de víctimas, la mayoría de ellos no se sienten tales, y aspiran a un reconocimiento histórico. Concluida la lucha por reivindicaciones de índole gremial, muchos combatientes se han volcado hacia el camino de la reivindicación moral y política, sendero que en modo alguno aspira a su exaltación individual, sino muy por el contrario a la dignificación de todo un pueblo. Si bien debemos reconocer que nuestro pueblo ha hecho este reconocimiento, ya que no existe localidad en el país por pequeña que esta sea en la he no haya un recordatorio, una calle o un oratorio en homenaje a nuestros héroes, la gran superestructura cultural, académica y periodística del país sigue desmalvinizando. Entonces, resulta un verdadero despropósito que mientras la mayoría de los combatientes y familiares sienten que su lucha no ha sido en vano y que su protagonismo fue vital en la autoafirmación por Malvinas, aún se los trate como victimas, como vulnerables pibes de la guerra, desubjetivizándolos y conduciéndolos al ostracismo eterno.

Como en todo evento humano se cuecen habas, y si en el combate existieron episodios vejatorios - pues bien - deberán ser castigados, nadie se opone a ello. Pero centrar el relato de la batalla por Malvinas en estos episodios, no hace otra cosa que obliterar el verdadero sentido de aquella confrontación que es: la justicia de la causa. Lo históricamente relevante compañeros no es la existencia de episodio de vejaciones vejación en el teatro de operaciones, sino la justicia de una causa que bien puede representarse en actitudes de hombres como el maestro Julio Cao, cuya madre Delmira esta aquí presente, y que con inmenso amor a la patria, y habiendo ya cumplido con su servicio militar, se presentó espontánea y voluntariamente a combatir dejando allí su vida - ya que como el mismo lo señalo - no podía relatar a sus alumnos la historia de nuestros próceres si el mismo no estaba dispuesto a realizar un acto de grandeza por el país. Malvinas en ese sentido nos habla de una dimensión sacrificial que hoy, un una etapa de relativización de los valores, puede ser la fuerza vital para redimirnos de tanto despojo.

La ley que los trabajadores organizados han contribuido a sancionar debe permitirnos entonces re – malvinizar nuestra cultura. Esto podrá llevarse a cabo sí y solo sí, y de una vez por todas en los ámbitos estudiantiles y académicos, se deja de explicar la guerra 1982 como el producto del cesarismo espasmódico de un general borracho, o como el principio del fin de la Dictadura, sino como parte de un sistema de relaciones económicas y culturales desiguales entre el reino unido y nuestro país. De esta forma la guerra no aparecerá como un episodio aislado sino, como corresponde, como parte de un sistema de relaciones que datan cuanto menos desde 1765. El relato sobre Malvinas adquirirá entonces una vitalidad histórica ya que dará cuenta de un hito más en ese sistema de relaciones, y en tanto, cobrará verdadero sentido que tiene para todos los argentinos.

Espero que estas breves reflexiones sirvan para exhortar a los compañeros y a las compañeras a librar una verdadera batalla contra una desmalvinizacion que pretende que, no solo nos olvidemos de los recursos del reclamo, y de los que de los que allí descansan, sino también de Scalabrini Ortiz, José Luis torres, José María Rosa, Fermín Chávez, y tantos otros hombres y mujeres que batallaron no solamente contra el colonialismo físico sino también contra el colonialismo cultural que aun extiende sus fauces en Sudamérica.

Espero además que esta asamblea de autoafirmación, sirva para tomar conciencia que si la Gran Bretaña mediante el acuerdo de Lisboa ha europeizado la causa Malvinas, nosotros la tendremos que “americanizar” a partir de la ratificación de nuestros vínculos con los países hermanos, vínculos que como enseñaba Perón, deben extenderse no solamente al mundo de la economía y la diplomacia, sino también al campo de la cultura y el trabajo. Recuerden compañeros el Legendario ATLAS, verdadero proyecto de unidad para los trabajadores americanos.

Quiero despedirme anhelando que este espíritu que nos transmiten hoy familiares y veteranos de Malvinas, despierten el brío combatiente de todos los aquí presentes, y nos incite a recuperar esa conciencia nacional fuente de toda vitalidad soberana. Sean los veteranos y combatientes verdaderos redentores de esta causa nacional, redención que sólo pueden llevar a cabo quienes se asumen a si mismos y ante sus hijos como protagonistas y no como victimas sujetas a la continua protección de otro.

Muchísimas gracias a todos.