ARTE, CULTURA e IDENTIDAD NACIONAL

Por Francisco José Pestanha
Articulo publicado en: "Revista Breviarios"
de la Universidad de la Plata.
Director Oscar Castelucci
y en
http://www.pensamientonacional.com.ar/

"El pueblo auténtico es una unidad de destino prospectiva, dinámica, deviniente en pos de estructuras que lo interpreten y le dan forma consistente de comunidad histórica, de fines claramente marcados y de medios excogitados con acierto. El pueblo cuando existe políticamente de verdad, es siempre la evolución o la revolución económica, social y política y así crea sus propias estructuras, dentro de las que ha de encauzar su vida y sus realizaciones". Carlos Astrada

Definamos el arte como destreza, reproducción de cosas, construcción de formas, expresión de experiencias, de creatividad y de sentimientos; lo cierto es, entonces, que en toda comunidad encontramos cuantiosas y diversas manifestacionesbien parecidas a la actividad artística. Cabe en primer término, establecer una diferencia entre este concepto y el de cultura; entendiendo a esta última como el conjunto de prácticas humanas,económicas, políticas, científicas, jurídicas, religiosas, discursivas, comunicativas y sociales y como los valores y significados que los integrantes de unacomunidad atribuyen a esas prácticas. También puede ser vistacomo el conjunto de producciones materiales (objetos) y no materiales (signos, significados, normas, creencias y valores) de una sociedad determinada.

Me propongo en este brevísimo ensayo mostrar la relación existente entre las manifestaciones artísticas y culturales de las primeras décadas del siglo pasado y los acontecimientos políticos acaecidos en nuestro país a mediados de la década de 1950. Intentaré, además y muy sucintamente, establecer una relación entre las manifestaciones artísticas y culturales y el aún controvertido fenómeno de la identidad colectiva argentina.

Demás está aclarar que el espacio asignado para este trabajo me impide profundizar sobre algunos tópicos que merecerían un abordaje más riguroso; aún conciente de tales limitaciones, voy intentar formular una hipótesis que espero contribuya a enriquecer el debate afortunadamente reabierto en nuestropaís.

Un puntapié inicial en este intento me lo proporcionó el escasamente difundido trabajo de Juan W. Wally(1) "Generación de 1940, Grandeza y frustración", y que hoy sólo puede hallarse en alguna páginas de Internet.

En dicho trabajo Wally analiza meticulosamente la labor artístico - cultural de una generación que define como La generación argentina de 1940, es decir, la de los nacidos entre 1888 y 1902. Según el autor, dicha progenie "… fue la de mayores riquezas individuales de nuestra historia"; sosteniendo, además,que "… a partir de 1940, y muy especialmente en 1943, se advierte el decidido protagonismo histórico y el pase a primer plano de la generación décima de la historia argentina, de acuerdo a la cronología propuesta por Jaime Perriaux, inspirado en el pensamiento de José Ortega y Gasset(2). La generación décima (…) tiene su etapa de formación entre 1910 y 1925 (…) de gestación entre 1925 y 1940 y de gestión entre 1940 y 1955"(3).

Entre las características que el ensayista destaca en la generación décima, encuentro dos que resultan particularmente significativas para el presente análisis:

I.- Revolución estética

En el campo literario, surge una corriente que produjo diversas publicaciones entre las que sobresale "Martín Fierro", órgano de difusión que constituye la "expresión de un vigoroso y pluralista movimiento cultural generacional, con el vanguardismo literario de Jorge Luis Borges, Leopoldo Maréchal, Oliverio Girondo, Ernesto Palacio, Eduardo González Lanuza, Conrado Nalé Roxlo, Francisco Luis Bernárdez entre otros(4).

Scalabrini Ortiz, Armando y Enrique Santos Discépolo tendrán afinidades con esa publicación.

Coexistentemente con este círculo, se forma otro grupo que reunirá a socialistas, comunistas y anarquistas, entre ellos Álvaro Yunque, Elías Castelnuovo, Roberto Arlt, Nicolás Olivari, Armando Cascella, Enrique González Tuñón, que "… expresará la revolución política, aunque a través de formas tradicionales (realismo, naturalismo)". Imperdonable sería no incluir, enesta línea, el vanguardismo pictórico de Emilio Pettoruti y Xul Solar.

Más allá de la polémica desatada sobre la existencia real de ambos grupos, lo cierto es que el conjunto de la producción artística de la época, como veremos más adelante, generará"… una ruptura con las formas consagradas, a partir de una "nueva sensibilidad"(5).

II.-Nacionalismo y cultura

En sintonía con lo expuesto precedentemente, se observa que durante el período bajo análisis se produce "una revalorización de la cultura hispano criolla - ya iniciada principalmente por Manuel Gálvez y Ricardo Rojas -, y más concretamente a partir del rescate del prototipo gaucho del Martín Fierro por Leopoldo Lugones".(6) Debe tenerse en cuenta que los tres escritores mencionados anteriormente pertenecen a una generación anterior.

Por su parte, Raúl Scalabrini Ortiz y Arturo Jauretche probarán fehacientemente que nuestra dependencia económica está estrecha y sólidamenteimbricada con nuestra dependencia cultural. El "espíritu de la tierra" del que habla Scalabrini, así como el mito gaucho de Carlos Astrada, y la original revalorización del Martín Fierro de Leopoldo Maréchal, son para Wally "jalones literarios" que marcan una actitud vital generacional frente a la tradicional "anglofilia" y "francofilia" de las clases dirigentes tradicionales" (7).

A todo ello se sumarán "Las denuncias del imperialismo y la oligarquía vernácula de los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta, Ernesto Palacio, Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Ramón Doll, Diego Luis Molinari y José Luis Torres, entre otros, así como el "movimiento del revisionismo histórico que tiene como adalides a los ya mencionados hermanos Irazusta y Ernesto Palacio(…); el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas será fundado en 1938" (8).

La revolución estética y el nacionalismo cultural se expresarán a través de una innumerable cantidad de artistas y autores, en todos los campos del quehacer estético - cultural. En este sentido resulta emblemático mencionar en este ensayo, ya que resultaría imposible hacer honor a todos los que se lo hubieran merecido,"Los bellos paisajes de La Boca de Benito Quinquela Martín y los motivos camperos de las caricaturas de Florencio Molina Campos(9)" que conectarán la belleza visual con el sentimiento popular. Esta nueva sensibilidad de minorías y mayorías se verá reflejada, también, en el desarrollo de la música popular argentina:"...la mención de Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Azucena Maizani, Rosita Quiroga, Esteban Celedonio Flores, Francisco Canaro, Pascual Contursi, Enrique Cadícamo, Enrique Santos Discépolo, entre tantos otros, nos exime de mayores comentarios. El teatro nacional tuvo a Armando Discépolo, Alberto Vacarezza, Samuel Eichelbaum, Luis Arata, entre otros destacados cultores. Juan Alfonso Carrizo y Carlos Vega hurgarán en las raíces de nuestro folklore. Carlos Gilardi, Luis Gianneo y Juan José Castro seguirán la línea de las dos generaciones anteriores en la expresión del llamado "nacionalismo musical"(10).

Sin perjuicio de lo dificultoso que se torna establecer una categorización en materia generacional, y reconociendo además las actitudes antagónicas que asumieron los integrantes de esta progenie respecto al fenómeno peronista,lo cierto es que el trabajo de Wallydemuestra que desde los albores del siglo pasado comenzó a gestarse un movimiento estético – cultural profundamente revolucionario, que - tal es la hipótesis central de este ensayo – tendráprofundas incidencias en el campo de lo político.

Para poder comprender acabadamente este fenómeno debemos, en primera instancia, despojarnos de aquella visión escolarizada de la historia que suele vincular el protagonismo a las capacidades o cualidades congénitas de ciertos individuos a los que se les asigna calidad de prócer; pero también, debemos dejar de lado aquellas perspectivas que se concentran exclusivamente en las clases sociales, adjudicándoles propiedades determinantes y excluyentes en la dinámica histórica.Entiendo que ambas posiciones empobrecen la interpretación y la comprensión, enprofundidad, de la historia de nuestro país; en particular, la de los acontecimientos políticos y sociales acaecidos a mediados del siglo pasado.

Desde mi perspectiva, pero con una profunda y desapasionada lectura de la obra de esa generación, de sus coincidencias y disidencias y de sus expectativas, adhiero a la hipótesis de que su influencia resultó decisiva para los acontecimientos sociales y políticos que acontecieron a mitad del siglo pasado, y nos estamos refiriendo al surgimiento del peronismo.

De esta manera,resultaque una revolución estético cultural precede ala revolución política, a la vez que le otorga sentido a través de la labor interpretativa de eseproto – peronismo constituido por F.O.R.J.A ( Fuerza de Orientación Radical para la Joven Argentina).

Sobre la identidad nacional

Ahondando con mayor profundidad en nuestro análisis, surge un aspecto que atraviesa y caracteriza toda la producción artístico - cultural de la generación décima: la cuestión de la identidad nacional.

Elvocablo identidad suele utilizarse para designar la relación existente entre dos o más entidades o conceptos que, siendo diferentes en algunos aspectos, se asemejan en otros. También se suele echar mano a este término para referirse a las cualidades que indican "lo que es específico de un ser" o de un "modo de ser". La identidad de cada ser humano se va configurando a partir de un proceso de individuación – socialización, en el que aspectos psico - fisiológicos, socio-culturales e históricos interactúan entre sí, pero condicionados por un determinado mediofamiliar y contexto ecológico propios y específicos para cada individuo. En tanto proceso histórico, la identidad nunca está integralmente definida ni resulta definitiva, ya que va mutando con el devenir del tiempo y, a la vez, consolidándose en sus aspectos distintivos y diferenciadores.

Cabría interrogarse, entonces, si ciertos caracteres delproceso identitario que se manifiestan a nivel individual pueden extrapolarse a nivel colectivo y, de ser así, si se puede establecer una relación entre dicho proceso y el de la construcción de la nacionalidad. Mientras algunas escuelas y corrientes del pensamiento niegan la existencia de este fenómeno, otra le restan importancia y, otras tantas lo ubican en el campo de la superestructuralidad opresiva.

Me ubico entre aquellos que legitimanla existencia y lapotencialidad del fenómeno identitario colectivo, yadhiero a la tesis que postula que no hay nacionalidad sin identidad. Naturalmente, no comparto los supuestos de quienes vinculan la nacionalidad con la homogeneidad étnico- racial.

Entiendo la nacionalidad como un proceso en el que los miembros de una comunidad participan de una construcción en común de su identidad. Construcción que implica compartir, entre otras dimensiones, un pasado común, valores esenciales, la lengua, las costumbres, los códigos de conducta, la memoria de lo ocurrido y vivido. En otras palabras, podría decirse que la identidad de una comunidad"... mantiene la memoria, el recuerdo, el pasado (...) las expectativas y perspectivas del futuro..." (11)

Ya Scalabrini Ortiz en su obra "Yrigoyen y Perón" observaba con nitidez el fenómeno de la identidad colectiva y le asignaba una virtualidad crucial. En momentos en que Europa construía modelos nacionales basados en la homogeneidad, Scalabrini,describía la heterogeneidad constitutiva de nuestra iberoamérica, advirtiendo que, en la amalgama de los aportes humanos que recibió nuestra patria estaba cifrada la esperanza para la Argentina del futuro, porque así como "...el producto de procreaciones sucesivas de seres idénticos (monógenos) tiende a conformar a seres especializados en que las cualidades no fundamentales se relajan hasta desaparecer...", en las sociedades multígenas como la nuestra, "... el ser de orígenes plurales, tiene brechas abiertas hacia todos los horizontes de la comprensión tolerante" y "... que en cada dirección de la vida, hay un antecedente que le instruye en una benigna coparticipación de sentimientos. Nada de lo humano le es ajeno...".(12) Scalabrini, integrante de la generación décima - y además - norte ideológico del pensamiento forjista, planteaba de esta forma el fundamento sobre el que debía sustentarse la razón principal de nuestra nacionalidad.

En medio de la bendita convulsión artística motorizada por la progenie en estudio, la filosofía por su parte, intentaba explicar este fenómeno y formular sus aportes. No es casual entonces que circulara por todo el pensamiento filosófico de la época la "pregunta por la Argentina", que suponía un interrogante por su identidad, no sólo como un impulso para la búsqueda de una tradición (en el sentido de indagar en la configuración ontológica de nuestro pasado) e inscribirse en ella, sino como una delimitación de un universo de pertenencia y de sustento para el futuro.

Desde otro campo, pero en clara sintonía, el recientemente desaparecido Fermín Chavez, nos enseñaba que "Las crisis argentinas son primero ontológicas, después éticas, políticas, epistemológicas, y recién por último, económicas".

Como bien enseña Gerardo Oviedo(13) ese pensamiento filosófico argentinoimplicaba "un estado crítico de autorreflexión sobre los destinos emancipatorios de esta nación sudamericana y del continente. Cierta conciencia de si. Una autorreflexión histórico intelectual, no sólo como un modo de encarar la prosecución de una tradición, sino como práctica para esbozar un horizonte de comprensión sobre nuestras expectativas vitales como mundo cultural y comunidad política".

Así, por ejemplo, Coriolano Alberini(14) citado por Oviedo, advertía que " Los pueblos de vocación ciudadana poseen una manera propia y espontánea de sentir la vida que se corporiza en creencias que llegan a expresar intuitivamente una axiología colectiva". Carlos Astrada por su parte, mediante el razonamiento transcripto en el encabezamiento de este trabajo, se expresa de manera similar.

A modo se síntesis, toda la actividad artística, estética e inclusive académica de la época estuvo atravesada por la cuestión de la identidad colectiva, y por ende por el de la nacionalidad, y su producción tuvo una notable influencia en el movimiento político que alumbró el 17 de octubre de 1945. El verdadero cauce simbólico generado por esta progenie, más las condiciones materiales de exclusión y el surgimiento de un líder confluyeron allí, en una epopeya que modificó sustancialmente la vida de los argentinos.

Sobre el futuro

Con sumo agrado y profunda esperanza observamos en la actualidad el florecimiento de nuevas generaciones que, impulsadas por razones similares a las de aquellos hombres y mujeres, y otras vinculadas a su propia evolución histórica, se encuentran en condiciones de generar un movimiento de alto contenido estético y nacional. Me refiero a aquellos compatriotas cuyo nacimiento aconteció aproximadamente entre los años 1970 y 1985.

Resulta así que un enorme conjunto de argentinos se ha volcado hacia diversos ámbitos de la expresión artístico-cultural y su producción se hace cada vez más vasta, diversa y calificada. La cuestión de la identidad colectiva reaparece nuevamente, a partir de un volver la mirada hacia el interior del país, de una nueva revalorización de nuestra identidad cultural, de un análisis desapasionado de la historia reciente y de nuevos criterios estéticos que se han convertido en los pilares sobre los cuales se está afirmando este destacado movimiento.

Para poder observar este fenómeno, debemos entender que en materia cultural las manifestaciones identitarias suelen reaparecer en diferentes formas. En este sentido bien vale la enseñanza de Fermín Chávez respecto al espíritu gauchesco. Es parte de nuestra identidad, decía "… ni más ni menos. Tenemos que releerla hoy para comprobar cómo su espíritu reaparece en el tango — cuando el gaucho de las orillas urbanas se transforma en el compadrito — pero también en la música joven hecha aquí. El rocanrol retoma la tradición gauchesca ligada a la denuncia social y política, además de las historias de amor, la picardía, el humor ácido y la crítica de la vida cotidiana".

Quiera el país que esa "nueva sensibilidad" que iluminó el espíritu de la generación décima, alumbre el de estas nuevas generaciones, y las impulse a construir un destino nacional más justo y autosuficiente.

(1) WALLY Juan W: "Generación de 1940, Grandeza y frustración".

(2) PERRIAUX Jaime: "Las Generaciones Argentinas". Buenos Aires, EUDEBA, 1970.

(3) WALLY Juan W: op. cit

(4) WALLY Juan W: op. cit

(5) WALLY Juan W: op. cit

(6) WALLY Juan W: op. cit

(7) WALLY Juan W: op. cit

(8) WALLYJuan W: op. cit

(9) WALLYJuan W: op. cit

(10) WALLYJuan W: op. cit

(11) Araki, Raúl :"Una valoración de la formación de la identidad colectiva de los Nikkei en Perú".

(12) "Yrigoyen y Perón, identidad de una línea histórica" (folleto)

(13) Oviedo Gerardo; "Historia Autóctona de las ideas filosóficas y autonomismo intelectual: sobre la herencia del siglo XX". http://www.labiblioteca.edu.ar/

(14) Alberini, Coriolano; "La cultura filosófica argentina" citado por Oviedo Gerardo; "Historia Autóctona de las ideas filosóficas y autonomismo intelectual: sobre la herencia del siglo XX. http://www.labiblioteca.edu.ar/