La Humanidad ha encontrado el camino de su salvación
Por Walter Moore
El poder de las palabras no surge del que las emite, sino del que las recibe.
De nada vale hablar si no hay nadie que escuche.
Y lo mismo sucede con el dinero, el valor del dinero no lo fija el que lo emite, sino aquel que lo recibe. El dinero nada vale si no hay quien quiera recibirlo.
El Poder del Dinero ha encontrado, finalmente, su línea de derrota, cuando la gente, se niega a escuchar, o sea a recibir palabras. Cuando haga lo mismo con el dinero del poder, habrá ganado la batalla.
¿Y que esperaban estos poderosos?. ¿Habrán tomado la dimensión de lo que significa que nadie tome en cuenta lo que dicen en Davos? Ni que se preste atención a los que se presentan la contracara del poder, por ejemplo, los inoperantes “progre” del Foro Mundial Social (a quién se los escuchó por un momento, y luego al ver que nada hacían, también el mundo dejó de prestarles atención).
El ALCA está muerto, la OMC está empantanada, la ONU no existe, cualquier acción del vetusto imperialismo anglófono no tiene otro resultado que acrecentar su desprestigio mundial. Si hasta el nuevo opio de los pueblos, el deporte mediático, existe en los medios, pero ya no genera los antiguos entusiasmos. Ya nadie cree en lo que se dice. Todos están atentos a lo que se hace.
El Poder todavía controla todos los medios, no hay otra voz en el aire, pero nadie la escucha. Su palabra ya no es recibida, y por lo tanto no tiene valor. ¿Y que esperaban?. Después de medio siglo de latrocinios, de canalladas sin fin, de un aprovechamiento inmisericorde de los mansos, de promover teorías insensatas, de saturar las mentes de los pueblos con estupideces destinadas a que nadie use su cerebro para ver lo que sucede a su alrededor.
Después de engañar a generaciones haciéndoles creer que la felicidad estaba en acumular cosas, llevaron su delirio al extremo de instalar como Meca de su cultura a una ciudad de gángsters y proxenetas como Las Vegas.
Abusaron de todo y de todos, hasta el extremo de que hoy es sencillo reconocer la ignominia que el Poder del Dinero ha traído a la Humanidad: 225 personas que acumulan el mismo patrimonio que los 2.500 millones de personas más pobres del mundo, como resultado de esa acumulación de poder, existen 842 millones de desnutridos, mientras la productividad alimentaria se duplica cada década.
Hoy hay 1.000 millones de desocupados, y mientras el promedio de vida aumenta (era en 1950 de 62 años y ahora de 74), los ancianos languidecen sin protección porque no existen jóvenes que trabajen para mantenerlos, con la expectativa de que otros jóvenes los mantengan a ellos en su propia vejez. La Humanidad envejece y la pirámide de población se invierte, y los poderosos organizan sistemáticamente esta arquitectura social destruyendo a las familias, desestructurando a las comunidades, eliminando a sectores productivos locales, dejando a la mitad de las personas de los países ricos con poca educación, y a los de los países pobres, sin ninguna.
El Poder sigue pagando a sus escribas, pero ya nadie les cree. La voz del Gran Hermano llega, y cada vez más fuerte y por más medios, pero ya no se escucha. Su falta de verdad es tan ostensible que sus palabras carecen de todo interés. Después de haber elegido a los peores, y matado y esterilizado a los mejores. Después de haber corrompido las leyes y vaciado de contenido a las instituciones, de haber mentido en todo, de no haber cumplido ninguna promesa, de haber ultrajado a todos los que tenían algo, sumergido a los que tenían un poco y asesinado con la miseria a los que no tienen nada. Ya nadie tiene interés en escucharlos.
¿Y que esperaban?.
Después de desparramar ignorancia, destruir culturas que llevó siglos construir, después de depredar y contaminar la Naturaleza, de crear ciudades inhabitables para satisfacer su codicia, de saquear a cuantos les abrieron una puerta, de invadir para robar a incautos e indefensos, de imponer un estilo de vida perverso a gente feliz, no puede ser sino un signo de la fragilidad mental de esta gente (resultado de su impunidad), el pretender que alguien los siga escuchando.
¿O acaso esperaban que después de destruir a las familias y a las comunidades los felicitaran por brindarnos “una libertad” que convierte a los individuos en presencias mudas y temerosas ante un poder inasible?
Nadie duda de su responsabilidad en este desastre, pues son ellos los que manejan los flujos de fondo mundiales, y lo hacen para imponer su Proyecto de la Muerte.
Por ejemplo, en Sudamérica solamente el déficit de viviendas suma 30 millones de unidades, y todos los años crece aproximadamente entre un 2% y un 5%. Esto significa que más de 150 millones de personas no tienen casa. Con sólo hacer una simple cuenta vemos que para darles una casa a cada uno habría que construir el equivalente a 1.500 ciudades de 100.000 habitantes cada una Y con todo este trabajo por hacer, ¿Cómo es posible que existan desocupados?.
Es que este Poder Loco quiere un “mundo desocupado”, donde una especie de “raza superior” (la de los ricos), pueda cazar animales exóticos sin peligro de que turbas hambrientas los amenacen.
Por eso quieren disminuir a la mitad la población del Tercer Mundo, y lo hacen realmente, instalando el SIDA, el SARS, la desnutrición, etcétera.
Pero la Humanidad sabe que sin vivienda no hay familia, sin familia no hay hijos, sin hijos no hay nación, así que cuando en los Medios del Poder se dejó de hablar del “problema de la vivienda”, se supo que no sólo querían dejarnos sin familia y sin hijos, sino también, sin Nación.
Sin la Patria, que no es otra cosa que el lugar donde transcurre nuestra existencia terrenal, y también sin Dios, porque el espíritu humano es su enemigo.
Pero los Poderosos han fracasado. Su sueño loco de poder y dominio se derrumba por el propio peso de sus iniquidades. Su voz no se escucha y con ese rechazo, la Humanidad recupera su poder.
Y así como la palabra ya no es recibida, pronto tampoco será recibido su dinero, y así se demostrará quién tiene el verdadero poder.
Ya surgirán otras palabras y otro dinero. Una Nueva Era asoma para la Humanidad, y no será ya, la Era de los Poderosos, será otra. ¡¡Aleluya!!
La pesadilla está terminando.