"El liberalismo como hábito de respetar el disentimiento de los otros ejercido en nuestra contra, es cosa que no cabe en la cabeza de un liberal argentino. El disidente, es enemigo; la disidencia de opinión, es guerra, hostilidad que autoriza la represión y la muerte" JUAN BAUTISTA ALBERDI (ESCRITOS POSTUMOS)
Antes de dar comienzo a esta conferencia, deseo agradecer muy especialmente a Alejandra García Martínez y a Mario Roberto Gagliano por la invitación dispensada, y al SUTERYH por su compromiso permanente con el Pensamiento Nacional.
Hablar de Don Juan Manuel de Rosas en un ámbito sindical es referirse a uno de los tantos argentinos cuyo pensar y obrar integran – afortunadamente - la magnífica tradición histórica que nutre al movimiento obrero Argentino. No obstante ello, debemos reconocer que su figura aún no ha sido receptada e incorporada en la dimensión que le corresponde, por los programas que nutren nuestras escuelas, academias y universidades.
En esta conferencia voy a abordar tres cuestiones. La primera, constituirá una breve referencia al revisionismo histórico, corriente historiográfica que como hemos visto en otras oportunidades, integró figuras de la talla de José María Rosa, Fermín Chávez y Ernesto Palacio (entre otros). Posteriormente enunciaré algunos aspectos significativos de la vida del Restaurador, para finalizar con una breve referencia respecto a los que a mi criterio, constituyen los nuevos desafíos revisionistas.
En realidad el Rosas que hoy conocemos resurgió a la luz de nuestro pasado gracias a la patriótica labor de una corriente historiográfica - el revisionismo histórico - que en los albores del siglo pasado asumió como misión la de exorcizar no solamente a Don Juan Manuel, sino también a cientos de protagonistas que habían sido obliterados por los “historiadores oficiales” como Juan Facundo Quiroga, el Chacho Peñaloza, Alejandro Heredia, Juan Felipe Ibarra o Felipe Varela (entre otros tantos). Aunque cueste creerlo, gran parte de estas figuras cuyo protagonismo político y cultural resultó esencial durante el siglo XIX, fueron menoscabadas por ciertos “relatores de la historia”, quienes empequeñecieron su protagonismo o lisa y llanamente redujeron su desempeño a cuestiones marginales.
Para entender cabalmente esta cuestión, bien vale citar aquí un párrafo de un compositor argentino que también es docente en este Instituto – Litto Nebbia – quien alguna vez escribió: “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”. Con la simpleza que lo caracteriza, Litto hizo referencia a un fenómeno que no solamente aconteció en nuestro país, sino que resulta corriente en toda comunidad humana: las grandes batallas no solamente condicionan el futuro, sino que además rescriben el pasado.
Así la confrontación de Caseros acontecida el 3 de febrero de 1852, no solo tuvo consecuencias para los años posteriores en el sentido que determino que los vencedores (una alianza constituida – entre otros factores - por el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza y sus tropas, los unitarios, los “doctores porteños” y el inestimable apoyo del entonces Imperio Brasilero), se consolidaran en el poder y proyectaran un país - sino que además - presupuso la construcción de un relato histórico funcional a dicho proyecto de “dependencia consentida”, proyecto que entre otros componentes, fomentó el “re - poblamiento del país” a partir de una política de inmigración masiva.
Les propongo detenernos un segundo y analizar los siguientes datos; Entre 1869 y 1914 la pampa húmeda y la mesopotamia quintuplicaron su población de 870.960 habitantes en 1869 a 4.473.804 en 1914. Por su parte, la Ciudad donde hoy nos encontramos, creció 8 veces en igual período es decir pasó de 187.346 a 1.576.597 habitantes. Este crecimiento aluvional no fue casual. Dentro del proyecto de los vencedores de Caseros, se encontraba el de “poblar” la argentina con las “razas aptas para el desarrollo del capitalismo”. La consigna Alberdiana de “gobernar es poblar” presupuso una “apertura inmigratoria” que vino a alterar y a modificar el substrato humano y cultural de estas tierras. Cuando me refiero al termino re- poblar, lo hago en el sentido que le progenie en el poder no aspiró a una integración simbiótica entre el paisano y el inmigrante, sino muy por el contrario, a un proceso de substitución basado en una dicotomía sobre la cual haré referencia en unos instantes.
La inmigración inducida desde el mismo estado que provino esencialmente de Europa (aunque también llegaron a estas tierras hombres y mujeres procedentes de otros lares) requería - en opinión de la elite que asumió el poder - la confección de un relato histórico funcional a su propio pasado. Entonces allí no cabían personajes como los caudillos, ya que ellos, representaban social, cultural y políticamente la estirpe y la tradición ibero –americana o indo ibero americana que quería dejarse de lado. Ni siquiera los estereotipos de nuestros criollos resultaban funcionales, por cuanto hubo que “retocar” hasta los retratos - entre ellos -los del mismísimo San Martín o los del mulato Bernardino Rivadavia (en realidad de apellido González ya que el apellido Rivadavia es una adaptación del de su abuela materna EL APELLIDO RIVADAVIA ES UNA MODIFICACIÓN DEL DE SU ABUELA P "GONZÁLEZ GONZÁLEZ": EL APELLIDO RIVADAVIA ES UNA MODIFICACIÓN DEL DE SU ABUELA PATERNA "GONZÁLEZ GONZÁLEZ": EL APELLIDO RIVADAVIA ES UNA MODIFICACIÓN DEL DE SU ABUELA PATERNA).
No vamos analizar aquí el proyecto de la generación vencedora, ya que no constituye el objeto de esta conferencia. Pero quiero hacer hincapié que todo proyecto requiere, como enseña nuestro maestro Gustavo Cirigliano, de una población y de un relato histórico que obre como antecedente - y en este caso - la generación vencedora de Caseros, construyó o mas bien intentó construir uno haciendo tabla rasa con acontecimientos y protagonistas significativos y sustanciales de nuestra magnífica tradición iberoamericana.
La mayoría de ustedes recordará haber estudiado en la primaria o la secundaria a Domingo Faustino Sarmiento. Algunos quizás alcanzaron a leer su libro “Facundo o Civilización y Barbarie”. La dicotomía que plantea el sanjuanino en ese texto, representó, y esto ustedes lo entienden muy bien, una consigna eminentemente política. Había que justificar el repoblamiento de la Argentina en la composición esencialmente bárbara de nuestra comunidad de entonces - y en tanto - convertir en “bárbaro” al indio, al criollo, al caudillo, etc. para luego justificar su supresión física y cultural.
No había simbiosis posible entre el criollo y el inmigrante. La dicotomía así planteada fue entre el “indio, gaucho, poncho, instinto, interior, atraso” y “europeo, levita, razón, puerto, progreso”. A la vez, debía construirse un prototipo de el “hombre civilizado” que vendría a refundar (civilizar) estas tierras, “el Europeo”.
Como ya les relaté en otra oportunidad, si bien la intención primigenia, o mas bien el ideal de esta generación fue el de poblar el país con las razas “aptas” del norte de Europa, las condiciones económicas y jurídicas que la oligarquía estableció para “fomentar” la inmigración, determino que llegaran al país continentes significativos de pobladores humildes especialmente del Sur de Europa. Ese fue el famoso aluvión inmigratorio tal vez uno de los antecedentes de de ese señorial “aluvión zoológico y sudoroso” que colmo esta ciudad el 17 de octubre de 1945 “mostrando su tosca desnudez original” como decía Scalabrini. (RISAS)
Sarmiento representó como pocos esa tradición, esa “estirpe” liberal, que estuvo plenamente influida por el racionalismo iluminista - corriente filosófica que importada a libro cerrado por ciertos intelectuales locales - contribuyó con la transfiguración - entre tantos otros- de Juan Manuel de Rosas y a Facundo Quiroga. Allí esta el “Facundo” como fiel testimonio de esta política y de esa dicotomía (civilización o barbarie) que fue incorporada los textos escolares y académicos - y además - que se constituyó con el tiempo en la base del relato histórico oficial.
Voy a darles dos ejemplos que representan la forma en que se ha obrado con Rosas. Una de la tantas fuentes que los historiadores liberales utilizaron para desvirtuar el accionar del restaurador fue el libelo titulado “Tablas de Sangre” de José Rivera Indarte, un converso que publicó su libro cobrando a destajo (por muerto denunciado) para menoscabar a nivel internacional la figura de Rosa. Dicho texto obro de fuente para estos historiadores. Hoy se sabe que con el afán de percibir una gran suma de dinero, Indarte “inflo” considerablemente la cantidad de muertos.
Además puede hacerse mención a los argumentos del diputado Nicolás Albarellos para declarar a Rosas traidor a la Patria en 1857: “Si no decimos desde ahora que era un traidor, y enseñamos en la escuela a odiarlo, Rosas no será considerado por la Historia como un tirano, quizá lo sería como el más grande y glorioso de los argentinos” (Textual).
Como bien enseña Mario Pacho O´Donnell, quien vale reconocerlo viene realizando en estos últimos tiempos significativos aportes históricos vinculados a la vida y obra del Restaurador, “Los historiadores liberales repudiaron a Rosas en parte por plantear un proyecto de país distinto al que deseaban. Condenado al infierno de esa versión que se convertiría en “la oficial” pasó a ser –sin miramientos– el maldito de nuestra historia. Y nos enseñaron a odiarlo” (Textual). Pacho esta en estos momentos presentando la reedición de un libro sobre Rosas donde se interroga ¿quién es Juan Manuel de Rosas en el marco de la historia argentina y la formación del Estado? ¿Por qué se soslaya sistemáticamente su defensa de la soberanía nacional frente a Francia e Inglaterra? ¿Por qué San Martín le legó en su testamento el sable que lo acompañó en la lucha por la independencia americana? ¿Por qué los sectores populares lo amaron hasta la idolatría? (textual)
El revisionismo histórico que como sostuvimos, vino traer justicia, emergió paradójicamente del propio “riñón” de quien mayores esfuerzos realizó para socavar la figura de Rosas: Don Bartolomé Mitre. Ustedes seguramente alguna vez hayan pasado o conozcan por referencia a una estación de tren denominada “Adolfo Saldías” del Ferrocarril General Belgrano. Es la primera estación saliendo de Retiro en la que rara vez sube ni baja nadie. Adolfo Saldías, discípulo casi dilecto de Mitre en su afán por continuar la obra de su mentor, viajó en una oportunidad a Inglaterra mas precisamente Southampton y consiguió que Manuelita, hija del Restaurador, le permitiera acceder a los archivos de su padre. Rosas hombre prolijo y ordenado como pocos, y tal vez el único estadista que llegó rico mas bien riquísimo a la función publica y termino viviendo en una pobreza casi extrema, guardó celosamente toda la documentación correspondiente a su gestión de gobierno.
Saldías de esta forma, casi sin proponérselo, terminó realizando descubrimientos y aportes trascendentes para la historiografía argentina - y entre ellos - reveló, documentadamente circunstancias y acontecimientos celosamente guardados por Bartolomé Mitre y los historiadores liberales. Así, de la mano de un liberal, comenzó el Revisionismo. Pobre Saldías, sin querer se metió en un berenjenal insospechado (RISAS). Imagínense cuando le envió un primer ejemplar del texto “Historia de la Confederación” a Mitre; “pasó a mejor vida”, claro, simbólicamente hablando. Mitre le contesto indignadísimo en una carta que fue reproducida por el Diario La Nación (el periódico que, según Homero Manzí, Bartolomé Mitre fundó para resguardar sus espaldas ante la historia). No recuerdo bien, pero creo que fue en mes de octubre de 1887 que Mitre publicó en su Diario (refriéndose a Saldías) “Cree usted ser imparcial, no lo es, ni equitativo siquiera” (textual). Por que para Mitre no se podía juzgar a Rosas y a su época con independencia de los “nobles odios” que todo buen liberal debe conservar siempre a la “tiranía”. Mitre entendía que “al dejar de execrar al tirano, se lo llegaba a comprender” (textual).
Volvamos a Rosas; como a esta altura de las circunstancias resulta evidente que el tiempo asignado para esta conferencia me impide explayarme en forma mas acabada sobre la vida y la obra del Restaurador - y que además - ya lo hemos hecho en otras conferencias, voy a abordar a continuación algunos hitos de su vida - que anhelo - les resulten interesantes para luego concluir haciendo referencia a algunos de los nuevos desafíos del revisionismo.
Se sabe que Juan Manuel de Rosas nació el 30 de marzo de 1793 en el Solar que habitaba su abuelo materno - don Clemente López - situado en la calle que en ese entonces se denominaba Santa Lucia. Gracias a un interesante trabajo realizado por Fermín Chávez para el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, el solar donde nació estaría ubicado en la actual calle Sarmiento (vaya que paradoja) entre San Martín y Florida. Como ven el hombre nació porteño de pura cepa (RISAS).
Según autores como Pedro de Angelis Don Juan Manuel a la edad de 13 años, peleo a lado de Liniers durante la primera invasión inglesa, hecho que no fue negado por ninguno de sus contemporáneos. El mismo Rosas reconoció tal participación cuando en 1869, en carta a su amiga a Josefa Gómez, reconoce haber estado destinado a un cañón para conducir cartuchos. Autores como Ibarguren, y Gálvez ratifican la presencia de Rosas durante la confrontación.
Una de las críticas mas furibundas que se realizan hacia el Restaurador es la del supuesto oscurantismo que se vivió durante su época. No obstante ello las investigaciones revisionistas dan cuenta por ejemplo, que entre 1830 y 1852 se graduaron en la universidad 223 profesores en medicina, mientras que en el período 1853-1875, fueron solo 140.
En general desde el antirrrosismo se vincula al Restaurador con el mundo bárbaro de los Iletrados. Sin embargo, entre los libros inventariados después de la batalla de Caseros, figuran obras clásicas como las de Horacio, Virgilio y Quevedo. Además, de su correspondencia en el exilio y de los textos de su libreta personal, surge la lectura - entre otros - de autores como Cicerón, Tácito y Salustio. Por su parte el poeta Ventura de la Vega que visitó a Rosas en su exilio el 21 de Julio de 1853 sostuvo: “decían que solo tenía talento natural y que era poco culto, no es cierto. Es un hombre instruidísimo, y me lo probó con las citas que hacia en su conversación; conoce bien nuestra literatura, y sabe de memoria muchos de los clásicos de los poetas españoles” (textual). Además de las “Instrucciones para los mayordomos de estancia” recuerden que Rosas escribió una gramática de la lengua Pampa”.
Como todos sabemos el Libertador General San Martín le legó su sable a Rosas, hecho que sin dudas para un militar de la época, implicaba designarlo como su sucesor: “Como prueba de la satisfacción que como Argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la patria contra la injusta pretensión de los extranjeros que trataban de humillarla” (textual). Aunque algunos historiadores antirrosistas pretenden atribuir ese legado al estado senil del Libertador, los revisionistas han acreditado fehacientemente que dicha actitud fue perfectamente consciente y deliberada.
Respecto a la cuestión constitucional, es decir a la negativa de Rosas a dictar una Constitución, bien cabe recordar aquí los razonabilísimos argumentos dados por Rosas en la Carta a Facundo Quiroga desde la Hacienda de Figueroa “Nadie pues mas que Usted y yo puede estar mas persuadido de la necesidad de una Constitución Nacional, la organización de un gobierno federal y que es el único medio de darle ser y respetabilidad a nuestra República (…) Pero ¿quien para formar un todo ordenado y compacto no arregla y solicita, primeramente, para una forma regular y permanente, las partes que deben componerlo? (textual).
Una de las cuestiones más interesantes de la vida de Rosas fue el de sus relaciones con los indios. Recordemos que durante su niñez el había estado muy vinculado con ellos. Mas allá del valioso rescate que significa la gramática de la lengua Pampa, les recomiendo un libro recientemente publicado por el profesor Sulé, actual Presidente del Instituto Rosas, titulado “Rosas y sus relaciones con los indios”. Allí se demuestra palmariamente que dentro en el proyecto de Rosas se encontraba una idea de “pacto e integración” de las culturas prehispánicas, totalmente antagónico al modelo que impuso la generación del 80 que fue el del exterminio (fundado en modelo norteamericano).
Cabe aquí citar algunas de las afirmaciones de Sulé.
“Hacia 1829 cuando Rosas llegó al poder, existían tres centros de vacunación en Buenos Aires, la Casa Central, la Casa Auxiliar del Norte y la Casa Auxiliar del Sur, dirigidas por el licenciado médico Justo García Valdés que desempeño con celo sus funciones hasta su fallecimiento en el año 1844, siendo reemplazado por el Dr. Saturnino Pineda(…)Durante su gobierno se incrementó el suministro de la vacuna, llegando el servicio a los pueblos de la campaña bonaerense en la que los médicos de la policía también se ocuparon de aplicarla(…) No sabemos con precisión a partir de que fecha se inició la inoculación de la vacuna entre los distintos grupos indígenas. Si sabemos por el diario "El Lucero" del 4 de enero de 1832 que Rosas recibió una distinción de la Sociedad Real Jenneriana de Londres, institución oficial que tuvo entre sus objetivos, la divulgación y propagación de la vacuna antivariólica, el cultivar la memoria del sabio médico Eduardo Jenner que detectó por primera vez el antídoto, como así también al distinguir quienes la promovían. Como lo consignamos en un capítulo anterior dicha institución científica puso en conocimiento del gobierno de la Confederación Argentina que su gobernador don Juan Manuel de Rosas había sido designado "miembro honorario" de esa sociedad: "...en obsequio de los grandes servicios que ha rendido a la causa de la humanidad, introduciendo en el mejor éxito de la vacuna entre los indígenas del país...". Si la información de esta distinción llegó al Río de la Plata en enero de 1832 es dable suponer que hacia 1831 o antes de la introducción de la vacuna en los medios indígenas ya era una práctica generalizada y un hecho conocido” (textual)
No quiero olvidarme de mencionar por ultimo resaltar la magnitud de la Batalla de la Vuelta de Obligado. Aún recuerdo en mis épocas de alumno secundario la escasa importancia que se atribuía a esa gesta. Sin embargo, dicha batalla resulta una de las más importantes y significativas de la Época, ya que tuvimos que enfrentarnos a las dos grandes potencias de esos tiempos: Francia y Gran Bretaña, y obtuvimos una trascendente victoria. Aunque en realidad, debemos recordar que el triunfo definitivo fue posterior a dicha batalla.
Parece que el tiempo es tirano no solo en la televisión (RISAS). Sin embargo, antes de concluir, quisiera reflexionar sobre alguno de los desafíos revisionistas.
Si bien el Revisionismo histórico ha logrado acreditar ante la historia la figura de Rosas, como vimos, su labor no culmino allí y se extendió hacia el rescate de otros protagonistas, acontecimientos y componentes esenciales de nuestro pasado que habían suido ocultados y desvirtuados por la historiografía de cuño liberal, entre ellos, la tradición hispánica, uno de los pilares esenciales de nuestra identidad nacional. De esta cuestión ya hemos hablado en alguna que otra conferencia, pero es necesario resaltar que dicha tradición es “uno” de los componentes de nuestra cultura.
Y señalo expresamente eso por que aún en ciertos cenáculos se practica un tipo de revisionismo de cuño tradicionalista que anhela la “restauración” de lo que fue. Ya Jauretche en su época había criticado esta postura ya que nuestra nación, mestiza como el resto de las iberoamericanas, resulta un fenómeno dinámico que emerge permanentemente. Iberoamerica implica algo más que la simple herencia hispánica. Esto ya lo analizamos en aquel encuentro donde estudiamos a Vasconcelos y Raúl Scalabrini Ortiz y su idea de nación multigena ¿se acuerdan?
En ese sentido debemos ser plenamente concientes que si bien el revisionismo ha triunfado, ya que su labor ha determinado que cada año que transcurre las nuevas generaciones van cambiado de posición respecto a Rosas y los Caudillos, y además, que tarde y temprano su protagonismo se consolidará en los ámbitos educativos guste o no guste - en los albores de este siglo - un nuevo desafío revisionista se nos presenta: el de la incorporación al relato histórico de los Argentinos de los componentes sociológicos, políticos, históricos y culturales de nuestra herencia prehispánica.
Recordemos ahora esta premisa de nuestro maestro Gustavo Cirigliano: “toda la historia es nuestra historia” aunque a veces queramos quedarnos un una sola parte de ella”, Somos el conquistador y el indio, el godo y el patriota, la pampa privilegiada y el interior relegado, el inmigrante esperanzado y el gaucho condenado. Somos los dos, no uno de ellos solamente. Si nos quedamos con uno de los dos, siempre llevaremos a cuestas un cabo suelto sin anudar, siempre cargaremos un asunto inconcluso que no lograremos cerrar, siempre habrá un pedazo de nosotros que no lograremos integrar. Y todo aquello que uno no contacta ni incorpora y, por tanto, no cierra, eso no desaparece, continúa llamando, sigue siendo un mensaje en espera de ser recibido, reclamando, ser escuchado” (textual). Es en el sentido descripto que tenemos que orientar la recuperación de nuestras culturas prehispánicas milenarias, es decir con aspiraciones de integración.
Ustedes han sido partícipes y vanguardia de este proceso. Si bien el libro “Proyecto Umbral” que han financiado conjuntamente el SUTERH el SADOP en manera alguna constituye un texto encuadrado en el revisionismo histórico, desde allí planteamos a modo de provocación un marco para la resignificación de nuestra historia integral a través del principio “contactar e integrar, advirtiendo sobre los nuevos desafíos que presupone la extensión de nuestro relato histórico hacia los recovecos milenarios de indo - América.
Nuevos estudios están demostrando que una considerable porción de la población argentina (mas del 35 por ciento) desciende directamente o indirectamente de los primeros pobladores. Muchos argentinos inclusive ignoran ese dato. En el Umbral hemos publicado – ex profeso - un trabajo de Francisco Carnesse, Titular del Departamento de Antropología Genética de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires cuyos resultados son altamente significativos. Además, recientes migraciones (como aquellas de fines del siglo XIX y principios del XX), han incorporado definitivamente a nuestra comunidad nacional considerables continentes poblacionales de países hermanos cuyos hijos y nietos seguramente echarán raíces aquí.
Esta realidad obligara al revisionismo a extender sus redes y a profundizar sus investigaciones, siguiendo - entre otros - al mismísimo Rosas, quien en su carácter de gran estadista, siguiendo principios humanistas, y a través de políticas concretas como las que se enunciaron, obró conciente de la importancia que en el futuro americano cobrarían las culturas milenarias.
Terminemos de una vez por todas con esa Zoncera que sostiene que los Argentinos “solo vinimos de los barcos” esta afirmación es totalmente incorrecta. Pero si aún se insiste con esa sandez, incluyamos también “los otros barcos” es decir aquellas precarias embarcaciones con las cuales hace miles de años algunos nuestros antepasados cruzaron el estrecho de Bering, y ahhh ¡¡¡!!! las canoas Guaraníes también como bien dice el compañero que seguro debe ser misionero no? (RISAS).
Como sostuvimos alguna vez: “La magna tarea emprendida durante el siglo pasado por el revisionismo histórico se encuentra hoy inconclusa, y el desafío de las nuevas camadas de revisionistas es el de incorporar definitivamente en nuestro relato histórico aquellos sucesos y protagonistas que han sido arbitrariamente desconocidos y suprimidos por la historiografía oficial. En tal sentido la figura de Juan Manuel de Rosas emerge del pasado hoy, no como aquel exponente de un cesarismo vernáculo, sino como el emergente de un mayoritario sustrato plenamente argentino que - en ciertos períodos- ha logrado imponerse el poder” (textual)
Esperemos que Don Juan Manuel nos ilumine en este nuevo desafío para de esta forma construir un futuro sustentado en una tradición y una historia que, como señalamos en alguna oportunidad, debe ser objeto de orgullo, como aquel que aflora de la dignidad de Vuelta de Obligado.
Muchas gracias a todos.
Conferencia dictada por el Dr. Francisco José Pestanha en el marco del Programa de Capacitación para delegados del SUTERYH – Agosto 2009
fpestanha@hotmail.com