LOS RESPONSABLES DE LA INFLACIÓN


por Walter Moore*
TELAM - Agencia de Noticias de la República Argentina

Nota correspondiente a la publicación del día Viernes de 12 de Noviembre de 2010

La poderosa constelación de medios que se ocupó de demonizar las actividades del Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en sus esfuerzos para contener la suba de precios, ahora agita el fantasma de la inflación.
Esto implica, al menos, una peligrosa deshonestidad intelectual al culpar al gobierno por dos actividades contrapuestas, mientras el más elemental análisis exculpa al gobierno de la actual escalada de precios.
Es el gobierno el que subsidia, o sea paga a las empresas para que éstas no aumenten los precios de algunos servicios básicos, como el transporte, el agua, la electricidad, etc.
Mientras estas empresas privatizadas (extranjeras en su mayoría), no cesan de presionar para que se aumenten los precios.
Entre la batería de recursos destinadas a culpar al Gobierno del crecimiento de los precios se menciona el incremento del circulante, llamado en la jerga bancaria M2, que en la Argentina se mantiene extraordinariamente bajo, en un 25% del monto del PBI, mientras que en países que enfrentan el peligro contrario a la inflación, la deflación, como Estados Unidos, el circulante había crecido hasta superar el 110% de su PBI, y eso fue antes de la nueva emisión de 600.000 millones de dólares programada.
Además, el gobierno impide que se devalúe nuestra moneda, a pesar de la permanente presión de los sistemas financieros para que lo haga, porque una devaluación incrementaría los costos de insumos (o productos) importados.
Tampoco puede acusarse al Estado de imponer una presión impositiva adicional, pues su accionar se limita a disminuir la evasión y la elusión impositiva, actividad que practican muchas empresas.
Tampoco son factores inflacionarios relevantes los precios de las materias primas, excepto en de algunos rubros como carnes o combustibles, pero cuyo análisis merece un tratamiento que excede los límites de este trabajo.
Entonces, si no es el Estado el villano que genera la inflación, alguien lo es, porque los precios crecen.
La acusación que pueden hacerle al gobierno es la de haber incrementado la demanda al incorporar al consumo a un gran sector de la población que estaba excluido, efecto provocado por el crecimiento de los ingresos y la cantidad de jubilados o la asignación universal por hijos.
Lo natural es que este aumento de la demanda debe ser satisfecho con un incremento de la producción, para lo cual suele ser necesario realizar inversiones utilizando las grandes ganancias obtenidas, pero muchas empresas optan por aumentar los precios, así ganan más produciendo la misma cantidad, pero eludiendo sus responsabilidades sociales como empresarios, que no consisten en hacer beneficencia, sino de jugar limpio su rol en la economía.
Hoy existen sólo dos grupos responsables del incremento constante de los precios, los empresarios del sistema agroalimentario ya mencionados y los Grandes Distribuidores, o sea la cadena de supermercados e hipermercados.
Ambos grupos pertenecen, en su gran mayoría a empresas trasnacionales que han ocupado los principales resortes de nuestra economía, durante la ofensiva contra el Tercer Mundo llamada Globalización, desarrollada en las dos últimas décadas del siglo pasado.
El supermercadismo, controlado por las grandes empresas transnacionales de la distribución, ingresó en nuestros países buscando recomponer los bajos márgenes comerciales y el decreciente poder de compra registrados en sus países de origen, como consecuencia de mercados maduros y saturados y de regulaciones restrictivas para la apertura de locales.
Su política es obtener márgenes de comercialización tres a cuatro veces superiores a los que obtienen en sus países de origen.
A su vez, han logrado un creciente dominio de los sistemas de producción agroalimentaria, pues gracias a su enorme poder de compra pueden enriquecer o hacer quebrar a las empresas proveedoras, y para vender incrementar sus beneficios eliminan procesos de intermediación desarrollando marcas propias, envasando numerosos productos con marcas propias.
El proceso de extranjerización de la economía, ha permitido una concentración de los sistemas de distribución, disminuyendo a unas pocas cadenas de supermercados, que curiosamente aumentan los precios (o en algunos casos los disminuyen) al mismo tiempo.
Esto permite suponer que se ha armado un sistema de “cartelización” que se articula con las grandes empresas del sistema agroalimentario, con lo cual se elimina la competencia, base sacrosanta de las bendiciones del “libre mercado”, cuyo principal argumento es la competencia, definida como "una situación en la cual los agentes económicos tienen la libertad de ofrecer bienes y servicios en el mercado, mientras los consumidores pueden elegir a quién compran estos bienes y servicios.
En general, esto se traduce por una situación en la cual, para un bien determinado, existen una pluralidad de oferentes y una pluralidad de demandantes".
Pero en el caso de los monopolios combinados o cartelización, que consiste en el acuerdo de precios de venta y de compra por parte de las grandes empresas, se elimina el factor competencia, y así conforma un monopolio privado, que se enriquece, a costa de la calidad de vida de toda la población.
En otras palabras, para que el Estado controle la inflación, en el estado actual de organización del sistema económico, además de los acuerdos de precios que pueda lograr con algunos sectores, debe tomar una serie de medidas que provocarán un griterío de protesta por los medios de difusión al servicio del capital concentrado y a las empresas multinacionales.
Como por ejemplo: Establecer un sistema de precios máximos con un fuerte poder punitorio para aquellos que lo transgredan.
Crear sistemas de distribución y producción agroalimentaria que compita con las grandes cadenas de distribución actuales, ya sean cooperativas de productores, empresas mixtas (estatales y privadas), ferias populares, financiamiento inicial de las proveedurías gremiales o barriales, para mencionar sólo algunas posibilidades.
Reprimir con todo el peso de la ley las actividades que impliquen acuerdos de cartelización entre las grandes cadenas, eliminando la competencia entre las mismas.
Obligar a desmantelar las grandes cadenas de distribución, vendiéndolas en partes a diferentes empresas capaces de competir entre sí, y limitar legalmente el tamaño que pueda tener cada grupo económico para impedir las actuales tendencias monopólicas.
Resumiendo, la inflación lleva el dinero de los bolsillos de la población a las arcas de las multinacionales, y esto perjudica a todos, pues la demanda de aumento de ingresos para compensarla, desequilibra la armonía social.
Perón afirmaba que “mientras los precios suben por el ascensor, los salarios lo hacen por la escalera”.
Como los medios al servicio de la extranjerización económica saben eso, y la batalla por los aumentos de salarios se librará al mismo ritmo que crece la inflación, ahora se ocupan en demonizar al secretario general de la Confederación General del Trabajo, Hugo Moyano, con la finalidad de descalificar la legitimidad de los reclamos de los trabajadores.
Es un juego conocido.
* Periodista. Investigador