Por Enrique Oliva
(6 de Octubre de 2008)
En grabados antiguos aparece Jesús con un látigo echando a los “mercaderes” del templo, que no eran mercaderes sino usureros.
Se los ve junto a pequeños bancos exhibiendo monedas que prestaban a altos intereses.
La palabra banco se atribuye provenir del término griego bank y cuando un prestamista se fundía rompía las patas de su banquito.
De allí viene también la palabra bancarrota, según explican historiadores.
Jesús condenó a la usura como pecado grave, al igual que varias otras religiones.
Hoy los banqueros estafadores provocan vertiginosa crisis acentuando la desconcertante inestabilidad mundial.
La cumbre europea convocada en Paris por Nicolas Sarkozy, anunció que el viejo mundo se arreglará por las suyas sin asumir el descalabro de Wall Street.
En la aceleración del caos, aparece el pasado viernes 3 el segundo banco hipotecario alemán, el Hypo Real Estate, diciendo que fracasó un propuesto salvataje por 35.000 millones de euros y estaba al filo de la quiebra.
Inocultable temido drama hizo que el gobierno interviniera en conformar otro plan de salvataje por 50.000 millones de euros, con aporte mayoritario estatal. Las expectativas se desplazaron con escaso o nulo optimismo a este lunes 6.
La apertura de las bolsas comenzó ennegreciéndose minuto a minuto mostrando el agravamiento de la situación global.
Rumores catastrofistas se suceden. Nada parece atajar la expansión y profundización de la crisis, vaticinándose explosiones de quiebras y corridas por doquier ¿Alemania, la segunda economía mundial, desciende hacia el tercer mundo? ¡Gravísimo!
Una crisis similar que agudizó el desempleo, le permitió a Hitler ganar en minoría las calles y exigir el poder.
Es para preocuparse. ¿O no?
Los usureros en China
Walter Lippmann (1889-1974) el legendario periodista norteamericano especialista en política internacional, visitó China en varias oportunidades, estableciendo una buena relación con Mao Tse Tung cuando luchaba contra Chiang Kai-shek, terminando vencedor e imponiendo la república en 1949.
Una vez en el poder Mao, Lippmann lo visitó deseando recorrer algunas zonas ya conocidas en tiempos de la Guerra Civil.
Se internó en el país y a su regreso a Pekín volvió a ver al líder chino, preguntándole: “Mis viejos recuerdos veían a usted con poca popularidad en el interior y ahora es querido por las mayorías. ¿Cómo logró ese cambio?” “Fue sencillo. Teniendo en cuenta el rechazo de campesinos y obreros a los usureros, siempre impunes, al aproximarnos a poblaciones, huían opresores y mandarines, pero se quedaban los prestamistas. Entonces, bien informados, los deteníamos y eran colgados en sitios públicos. De ese modo, el pueblo fue creyendo en las bondades de la revolución”.
Los bancos en la historia de EEUU Thomas Jefferson, fue en 1776 el brillante redactor de la Declaración de la Independencia, donde habla tan lindo de derechos humanos, aunque no liberó a sus propios esclavos.
Sin embargo, al llegar a la presidencia con el Partido Republicano, acuñó esta frase: “Creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos permanentes”.
Abraham Lincoln, durante la Guerra de Secesión contra el esclavista Sur, por necesidades económicas debió recurrir a los bancos que emitían moneda, prestándola a intereses usurarios. Entonces decidió que el gobierno fuera el emisor. Esta actitud le valió impopular, costándole el ser asesinado. Con el tiempo se lo reconoció como héroe nacional.
Franklin Delano Roosevelt, el presidente que sacó a Estados Unidos de la gran crisis de 1930, aunque se extendió a todo el mundo, señaló sin equívocos a los culpables, cosa que no ocurre con el gobierno actual en este dramático 2008.
“Solo un optimista ingenuo –afirmó– podría negar la oscura realidad del momento. Ello es así por la incompetencia de quienes gobiernan el intercambio de bienes del mundo. Las prácticas inescrupulosas de los banqueros han trascendido al tribunal de la opinión pública y han sido rechazados en el corazón y en la mente de la gente. Ellos han fallado. Ante la falta de credibilidad, han propuesto sólo más préstamos. Han apelado a varias exhortaciones y a las quejas plañideras. Ellos solo conocen las reglas impuestas por una generación de egoístas. No tienen visión, y cuando no existe visión, el pueblo pierde. Los banqueros se han encaramado a los más altos sitiales del templo de nuestra civilización. Es nuestra tarea de hoy restaurar ese templo. Debe terminar la conducta puesta de manifiesto en el ambiente bancario y el mundo de los negocios que estimula el egoísmo y la inconducta privada. Esta nación clama por acción y por una acción inmediata. Aprovecharíamos la oportunidad de acometer proyectos necesarios para estimular y reorganizar el uso de nuestros recursos nacionales. Pueden también someterse a un plan nacional todas las formas de transportes y comunicaciones, al igual que otras actividades que tengan un definido carácter público. Es necesario instaurar estricta supervisión de todas las actividades bancarias, de crédito e inversión. Debe cesar la práctica de especular con el dinero ajeno y debe haber una adecuada emisión monetaria, pero que al mismo tiempo asegure una moneda sólida…”.
Estos conceptos, no los leyó George Bush.
Roosevelt arremetió contra los banqueros, llamándolos bancgsters; encaró grandes planes de obras públicas para combatir la desocupación, y otorgó créditos a intereses bajos para estimular y hacer competitiva la industria nacional.
Eso fue el New Deal.
Crisis actual centrada en los “banckgsters”
Hoy las soluciones a la crisis norteamericana se encaminan a sostener y beneficiar, una vez más, un sistema irresponsable y delictivo, cuyas consecuencias buscan ser pagadas por todo el mundo. Gran Bretaña, hasta ahora aliada y cómplice incondicional de EE.UU. se resiste, al menos por el momento, a acompañar a Wall Street en la mayor estafa programada, sin precedentes en la historia universal.
Son patéticos los descarados esfuerzos de Washington para lograr “solidaridad y gratitud” de otros pueblos.
El rescate planeado por Bush ha cosechado una cantidad interminable de gruesos calificativos. “Intento de golpe de estado” y “saqueo” dispuesto por el presidente yanqui según el cineasta documentalista Michael Moore; Lula habla de “bolsas casino especulando con el trabajo de los humildes”; la vieja Europa se resquebraja y rechazan solidarizarse con la “incompetencia y falta de regulación bancaria del gobierno de Bush”; bancos y bolsas tratan de inspirar optimismo desestimando corridas, exhortando al “patriotismo”, etcétera.
Ni hablar de una crisis capaz de durar 15 años.
Opiniones calificadas creen asistir al fin de una época, comparando la caída del actual sistema capitalista con la caída del comunismo.
El Papa Juan Pablo II lo dijo: “cayó el marxismo, pero el capitalismo salvaje no puede ser su justo reemplazante”.
Estados Unidos se encuentra hoy sumergido en peligrosas ciénagas por sus aventuras colonialistas en Medio Oriente y amenazando derrumbarse en un grave Vietnam interno y externo.
Por primera vez en la historia norteamericana, fuerzas armadas de elite, en especial integradas por mercenarios veteranos de Irak, dotadas de armamentos sofisticados, desde el pasado 1º de octubre comenzaron a desplazarse por el país en previsión de disturbios populares.
Por ahora son protestas callejeras con violencia solo verbal, pero evidenciando furor, furor de un pueblo que se ve estafado e indefendido.
La crisis y las elecciones presidenciales yanquis Los grandes especuladores actuales están en Wall Street, desde donde manejan al gobierno norteamericano.
Obama y McCain, los dos principales candidatos a la presidencia, se jugaron a favor de los bancos, sin garantir soluciones al drama de la gente de la calle, los humildes con hipotecas sobre sus viviendas imposibles de pagar.
Luego de teatrales discursos, ambos partidos acordaron sostener la gran estafa de sus mandamases.
Ya lo dijimos en ambas elecciones de Bush (h), con sus “oponentes” Gore y luego Terry, respectivamente.
Las dos veces aseguramos tanto en aquellos momentos como en el actual que, gane quien gane, no cambiará nada.
Los mismos forcejeos verbales ya los vimos en otros temas claves como el envío de más tropas a Iraq y Afganistán, más los varios aumentos de gastos para armas a utilizar en aventuras colonialistas, donde terminaron siempre ganando los “bancgsters”.
Argentina ante la crisis ¡Imperativo! No podemos confiar en los bancos en el país, casi todos extranjeros, restando pocos y pequeños en manos de capitales nacionales.
Los bancgsters de la gran usura preparan llantos y salvatajes.
Nosotros preparemos el látigo.